Sin duda alguna, las tecnologías de la información y la comunicación han impactado al mundo entero. Marshall Mc Luhan, en la Galaxia Guttemberg lo predijo con sus célebres frases “el mensaje son los medios”, y somos parte de “la aldea global”. Ya en la década de los sesenta se gestaban grandes iniciativas en varias naciones, que nos pondrían en un escenario nunca antes imaginado; se estaba gestando la nueva “sociedad de la información”.
En Costa Rica, casi tres décadas después, en 1985, se gesta como a manera de germen, el primer laboratorio de informática educativa, situado en la Escuela Rafael Francisco Osejo. Fue gracias a la donación de 10 microcomputadoras por parte de IBM y a la gestión del Ministerio de Educación Pública, que se inicia un proyecto con el objetivo de introducir las tecnologías de la información y la comunicación en nuestro país. La Escuela Bachiller Osejo sería entonces el primer Centro de Capacitación tecnológica de nuestro país, que sin saberlo, se convertía en el punto inicial de lo que podría compararse con una onda expansiva de transformación social para las futuras generaciones.A partir de este momento clave, se gesta en Costa Rica un proceso histórico inicial de implementación de la cultura digital, cuyo objetivo era lograr una transformación social, mediante la introducción de la informática en el Sistema Educativo Costarricense. Este proceso se concreta con la creación de la Fundación Omar Dengo, constituida el 18 de agosto de 1987 como una entidad sin fines de lucro, para contribuir al desarrollo de la Educación Costarricense, principalmente en los Ciclos I y II de la Enseñanza General Básica.
Ante este panorama, y cuando sobrepasamos el inicio de un nuevo siglo, se vuelve necesario evaluar las repercusiones y el impacto social de programas o proyectos que propicien procesos de enseñanza-aprendizaje en ambientes mediados por las tecnologías digitales. Entiéndase “impacto social como todos los cambios generados a partir de la implementación de un programa o proyecto” (Pichardo, A. 1991), el cual puede ser evaluado en los ámbitos individual, institucional, comunitario y macro social (Fonseca, 2006, p.26). Casi se cumplen 26 años de la creación de la Fundación Omar Dengo, y desde sus inicios en 1988 al día de hoy, se pasó de atender 61570 estudiantes a 343288, solo en la educación primaria (Fuente: Informes Estadísticos anuales del PRONIE MEP-FOD I y II Ciclos e Informe Histórico de 1988 al 2011, Fundación Omar Dengo.) Hoy el Programa Nacional de Informática Educativa (PRONIE MEP-FOD) continúa realizando transformaciones en el sistema educativo, cumpliendo su objetivo de democratizar el acceso a la tecnología, y propiciar el pensamiento lógico, la actividad creadora, y el desarrollo de la inteligencia.
Para Pichardo, A. (1991) existen tres momentos en la evaluación de proyectos: Ex—ante, concurrente, y ex post. Se requiere entonces, ver la fotografía de nuestro sistema educativo antes de la inserción de las tic (ex ante), compararla con el actual (concurrente), y visualizarla con el posible escenario en décadas posteriores. ¿Cómo será nuestro sistema educativo en una, dos o tres décadas? ¿Cuál será el impacto social generado? Sea como fuere, las evaluaciones son pertinentes y debe invitarse a la sociedad en general a ser parte de ellas.