Durante los años que pasé en la universidad en Escocia, tuve la suerte de poder compartir con estudiantes brillantes de todo el mundo. Conocí a varios finlandeses y de ellos aprendí sobre su sistema escolar, un sistema que todos los años recibe elogios en foros y reportes internacionales sobre la educación.
Aprendí que la educación finlandesa es un componente integral de su visión de la sociedad: una sociedad que distribuye recursos económicos a través del mercado libre, pero que al mismo tiempo asegura que cada ciudadano reciba educación, servicios de salud y seguro social de alta calidad. La idea de que la sociedad se deba hacer responsable por cada individuo es uno de los conceptos más arraigados del modelo nórdico.
Este compromiso puede explicar gran parte del éxito del sistema educativo finlandés, el cual recibe un nivel de inversión relativamente bajo (menos de 7% de su GDP, un porcentaje similar a nosotros en Costa Rica), comparado con los sistemas de los demás países del OCDE, demostrando que el dinero es tan solo un detalle más, muy lejos de ser el elemento decisivo.Mis compañeros finlandeses me contaban cómo los institutos educativos en su país natal, se perciben como la segunda casa de los alumnos. Las escuelas y colegios son responsables por el bienestar general de los niños y adolescentes, contemplando no solo la educación, sino que también el bienestar físico, emocional y social. Es por este motivo que todo instituto, adicional al cuerpo docente, debe de contar con enfermeros, terapeutas y trabajadores sociales entre otros. Las juntas directivas y escolares tienen una representación importante de padres de familia, quienes forman la mayoría y tienen un rol clave la administración de los institutos. El instituto es la comunidad integrada de los jóvenes finlandeses.
Su sistema educativo tiene como objetivo principal el desarrollo holístico del alumno, acorde con la visión de la sociedad. Aunque los padres de familia quieren ver a sus hijos sobresalir profesionalmente y convertirse en ciudadanos autosuficientes en términos económicos, su visión de la educación va mucho más allá que esto, y conceptos como “comprensión”, “análisis” y “creación” son ejes fundamentales: muy distinto a los conceptos de “memorización” y “notas” que imperan aquí en Costa Rica.
La educación en Finlandia contribuye a otros resultados sociales loables: primero, es un país con alta movilidad intergeneracional de ingresos, es decir, los ingresos de los padres es relativamente menos determinante de los ingresos de la siguiente generación. Segundo, la variación de resultados entre estudiantes es muy baja: hay muy poca brecha entre los mejores y peores estudiantes. Esto inclusive es más interesante cuando consideramos que el promedio finlandés es el más alto del mundo, el cual significa que hasta los ‘peores’ estudiantes están logrando excelentes resultados.
¿Cómo hicieron para estar tan bien?
En la década de los 70 los finlandeses decidieron crear e implementar políticas para mejorar su sistema educativo, y durante todo este tiempo han avanzado ininterrumpidamente, hasta llegar a la primera posición a nivel mundial. Muchos países no logran esta continuidad en política ni ejecución de proyectos, en algunos casos cambiando de actitud con cada gobierno nuevo. El sistema finlandés nos enseña la importancia de enfocarse en lo básico, para lograr mejoras reales y duraderas. Para ellos el docente es clave en el proceso y por ende se enfocaron en invertir en su reclutamiento y educación. En la gran mayoría de países del mundo, esto es también lo que los políticos y ministros dicen. ¿La diferencia? En Finlandia no solo lo dijeron, sino que también actuaron de forma determinada para lograrlo.
Sus programas de maestría en educación duran cinco años, son presenciales, rigurosos y con una énfasis importante en investigación. El currículo nacional se limita a estipular lineamientos y metas nacionales, y los docentes tienen libertad en el aula y sobre sus programas y libros. No existe un complejo sistema burocrático de monitoreo, reportes e inspecciones: el nivel de libertad es efectivo, dado el fuerte sistema de reclutamiento y educación. Al tener muchas posibilidades para ser creativos, la profesión es una de las más emocionantes.
No podemos implementar de la noche a la mañana un sistema finlandés en Costa Rica: nuestro contexto es distinto y tenemos menos dinero; sin embargo, tiene mucho sentido aprender de los mejores, adoptando ideas y ejes fundamentales, para demostrar que realmente entendemos el término educación.