La cinematografía norteamericana por fin decidió que podía exhibir una película realmente crítica. Gran parte de lo que la Tierra quiere hacer con el planeta Pandora, ya el hombre se lo había hecho al hombre. Desde la eliminación sistemática de las culturas aborígenes hasta la subyugación de las culturas no cristianas de Europa, a la destrucción del África y el de las civilizaciones de Oceanía.
La civilización y cultura de la destrucción del hombre en manos del más poderoso, competitivo y dominante, ha ido mano en mano con la extensión de un capitalismo voraz y sin piedad. El darwinismo social traducido a un nuevo tipo de colonialismo, busca invadir la mente con sus propagandas e inducir un secuestro de lo motivacional y crear un consumista adicto a un producto.
El producto innecesario se llega a entronizar como el becerro dorado del relato bíblico. No sé cómo se puede ser cristiano y creer en un capitalismo tan aplastante que busca manejar el interior de la motivación humana y luego justificarlo como el triunfo de la democracia y de la libertad.
Lo que los terrestres de la película les interesa, no es la belleza de Pandora, ni su ecología increíble, ni la cultura de sus habitantes, sino el elemento antigravitacional que tiene. No sé como se puede ser una persona religiosa y creer que los cuadros de miserias no están dinámicamente unidos a la producción de barreras de intensa riqueza que no permiten una distribución equitativa de acuerdo con la justicia y la dignidad del ser humano, en su estadía planetaria.
Pero de nuevo, el hecho de que exista en Costa Rica un tercio de la clase obrera, devengado sueldos inferiores a lo mínimo, resulta ahora ser democracia y libertad. ¡No es explotación! Esas mismas condiciones que se exponen en Avatar siguen aún trabajando sobre América Latina y Costa Rica. Tenemos ya un millón de pobres. Yo nací en una Costa Rica que aún no tenía ni medio millón de habitantes. Era otra Costa Rica. Respetábamos al ser humano mucho más. ¡Éramos seres humanos!
El trabajo del Ing. Rolando Portilla Pastor en el Semanario del 3 de febrero, es excelente. Nos indica cómo la naturaleza puede combinarse con la experiencia mística La problemática es haber divorciado la macroeconomía de la microeconomía y la microeconomía de las ciencias ambientales. El hombre como manufacturador no tiene que abusar de la naturaleza al punto que la mata. ¡Hay algo más en todo esto! Debe haber programas económicos destinados a enriquecer a algunos a expensas de la riqueza ecológica y personal de los demás. En otras palabras, existen culpables, así como inocentes.
Otro trabajo excelente es el del estudiante José Ml. Rodríguez, sobre “El Instinto Universal de Alterar la Conciencia” (Semanario del 13 de enero 2010). Quizás este sea el derecho del hombre manufacturador así como del hombre natural. Ciertamente pareciera ser que las plantas psicodélicas han sido usadas por al menos 80.000 años por la raza humana. Quizás como ha sugerido el Sr. Rodríguez, fueron ensanchando, la emotividad, la cognición y los procesos intelectuales. Dieron lugar quizás a las primeras religiones de tipo más sofisticado. El artículo vale la pena leerlo.
La película Avatar enseña una exquisita lección. Por fin los Aztecas derrotaron a Hernán Cortés, los Incas a Pizarro y los Sioux a Washington. Nos identificamos con la liberación. Las hierberas de la Edad Media logran escapar a las hogueras, condenadas injustamente como brujas, cuando en realidad eran seguidoras de las religiones Druidas/Célticas y de la Madre Diosa de la Naturaleza. Los normandos no logran vencer a los anabaptistas y las guerras religiosas nos generan un Vaticano endurecido o sectas enloquecidas con su propia noción de Dios. En fin, nos permite una alternativa mental/emocional, quizás cognitiva y comportamental. Es una nueva visión de nosotros mismos.
La ciencia está dividida en dos partes: la utilitaria que trabaja para las corporaciones y para el gobierno y una del pueblo que busca comprender a los habitantes de Pandora. La científica ha logrado establecer que el árbol con quien hablan los moradores de Pandora, tiene ramificaciones planetarias con otros árboles de naturaleza similar y todos juntos hacen que sus habitantes (en su unidad con el árbol) tengan acceso a más información que la totalidad de la raza humana. Es una científica ecológica. Coexistencia con la naturaleza, da lugar a la unidad de hombre y naturaleza en estados cada vez más sublimes.
Avatar permite también una catarsis de la culpa que llevamos por la manera en que nuestro occidentalismo ha tratado las otras razas de la tierra, además del desastre ecológico y económico que está causando.
En fin espero que se gane todos los premios Óscar a los cuales la película ha sido nominada. Lo merece y nosotros que tratemos dentro de un año de recordar sus valiosas lecciones. Algunas quizás nos salven la vida y otras nos den el afán de luchar por nuestra individualidad y colectividad, ambas heridas ya, por el ataque de los intereses de corporaciones y de gobiernos corporativos, que no demuestran piedad o moralidad. Al menos la persona religiosa no debe seguir tolerando el salvajismo de la explotación. Va contra el mensaje de los Evangelios. Mas contra el Védico y el Budista también.
Va contra las enseñanzas del Talmud y del Corán.