´´Hay mucha fuerza y bondad que jamás se adivinan. Los manjares más exquisitos no encuentran aficionados´´. Nietzsche.
La concepción de la voluntad de poder en el filósofo trotamundos Federico Nietzsche es aliada del concepto de la fuerza de voluntad. Sin fuerza de voluntad no podemos superar los obstáculos. No solo fuerza de voluntad para controlar el apetito y los vicios, sino también fuerza de voluntad para salir del conformismo y la mediocridad: el orgullo, el egoísmo, la arrogancia, la pedantería, la vanidad, el autoritarismo, el matonismo, la malignidad, la maldad, la tristeza, el pesimismo, el enojo, la cólera, el malhumor, la impaciencia, el narcisismo, y el abuso de niños que es tan frecuente que puede dar lugar a llamar a la sociedad costarricense en líneas generales una sociedad enferma, inmoral.
El biógrafo Emil Ludwig, premio Nobel, dedica un capítulo o lo titula «El conquistador´´ en su famosa biografía sobre Beethoven. En otro lugar nos habla de la «voluntad férrea´´ beethoveniana. Beethoven era muy idealista.
En sus años mozos experimentó la alegría y nunca olvidó esta experiencia. Observó en la alegría algo sagrado y en cierto sentido nunca dejó de tratarla musicalmente. El IV movimiento de la novena está hecho de una poesía de Schiller titulada «El himno a la alegría ´´. El proyecto de composición de una sinfonía dedicada a la alegría lo tuvo el genio en su mente muchos años.
La novena sinfonía de Beethoven puede considerarse quizá como una odisea hacia la alegría, que en el compositor puede considerarse o interpretarse también como una aventura hacia la libertad. Beethoven utilizó la música para fines nobles: la búsqueda de la felicidad y la libertad. Hay que darle sin reparos y como es justo el título de artista universal, estoico, hermano del hombre.
También Beethoven compone o utiliza la música para expresar paz, tranquilidad, serenidad, perfección, un orden irrompible, valores que fueron muy importantes para el viejo pueblo griego, por ejemplo. Así como el compositor ve algo sagrado en la alegría, también ve en la paz lo mismo.
«La pastoral´´ de Beethoven, aunque tenga títulos y subtítulos, está hecha para despertar estados anímicos de sosiego, ecuanimidad, mansedumbre, tranquilidad. Es música, para expresarlo con un término de Nietzsche, apolínea.
También el filósofo Nietzsche dirige la voluntad de poder o fuerza de voluntad a los valores y poderes fundamentales del hombre: la alegría, la paz, la humildad, la sencillez, la naturalidad; así debe entenderse su concepto de poder. El hombre culto como todos los hombres deben tener de norte estos ideales. Un hombre culto, autoritario, matón, pedante, arrogante, prepotente, engreído, egoísta, narciso, orgulloso, hipócrita, es absurdo: ¡este no es el verdadero poder del hombre!
Recordamos con indignación al exministro de cultura Guido Sáenz, un tipo pedante, arrogante. Recordamos con indignación también al exministro de cultura Arnoldo Mora, un tipo autoritarísimo, malhumorado. Es decir, la cultura en manos inapropiadas, detestables.
Recordamos ahora el famoso orgullo de Beethoven, el cual pelea con el orgullo familiar o aristocrático. Quizá dos orgullos existan en el alma. El orgullo de Beethoven procede precisamente de ser un hombre idealista, soñador, romántico, genial. El orgullo beethoveniano no es de fuerza económica, política o linaje familiar. Beethoven fue un hombre moralmente muy valioso.