Oh Mujer! vengo ante ti a pedir tu ayuda. La lección que me enseñaste en la mañana de mi existencia, cuando mi inocencia apenas maduraba, no la he podido transmitir a mi hijo. Mi vida se ha escapado entre horas extras y horas extras, aunque he tratado de compartir todo el tiempo contigo, no he hecho lo suficiente. Hoy despierto y he recordado tus enseñanzas, perdona por no haberle enseñado a amarte, respetarte, guiarte y criticarte, perdona por no haberle explicado que tú también necesitas de tu libertad.
Oh Padre! cual faraón, seguro e imponente caminas a la par de tu hija, dispuesto a arrasar con todo aquello que se le cruce en su camino; da un paso más adelante y … enséñale nuestro mundo, háblale de nuestras fortalezas y debilidades, explícale de lo valiente o cobarde que podemos llegar a ser, haz que nos conozca. Constrúyele alas que solo tu amor puede construir: fuerte y poderosas; las necesitará y en su momento las usará.
Ama de casa, joven cuya belleza, inocencia e inexperiencia te jugaron una mala pasada, madre soltera, prostituta, ejecutiva ocupada y a veces solitaria, haz lo mismo con quien será tu eterno e incondicional amante: tu hijo. Si lo haces correctamente, él te guiará y protegerá cuando llegue el atardecer de tu existencia.
Estoy cansado de ver y escuchar casi a diario de cómo eres maltratada, de cómo tus hijos son abusados; los sistemas e instituciones creados para protegerte a vos y tus hijos no funcionan como deberían, pareciera que estas instituciones fueron creadas para justificar empleo y consumir presupuesto. La orden de restricción que impone el juez no se respeta. Cuando algo te ocurre, la sociedad, simplemente, se lamenta. Muy tarde, ya no hay nada que hacer, o sí? Problema de educación dicen los más osados. ¡Oh mujer! si te dijera que vos podrías ser el pilar de la solución, ¿me ayudarías a cambiar este final?
Mujer sé que tu maltrato no distingue de clases sociales ni educación. El ʺsexo fuerteʺ igual te maltrata en nuestros templos de justicia, en los círculos del poder y en el corredor de tu casa.
Mujer, vos también tenés un poder que muy pocos hombres tienen: tenés el poder de educarnos. Si eres inteligente te darás cuenta que este lo ejerces durante toda tu existencia, aprende a utilizarlo y practicarlo. Practícalo con tus hijos, hermanos, esposo y nietos, ¡oh mujer! enséñanos desde niño a valorarte a respetarte, amarte y criticarte. Edúcanos, guíanos; no trates de entrenarnos, porque entonces fracasarás.
¡Cuidado! Con el espíritu del león viejo, orgulloso y mañoso que existe en cada hombre adulto, incluso te lo encontrarás en algunos jóvenes; no lo miras, pero está ahí, sigiloso y latente. Está oculto bajo su corbata, su jeans, su colonia y sus tenis; está escondido bajo su cortejo y sonrisa. Cuando en su mundo te toque competir, hazlo con tus reglas, no te rebajes, no trate de imitarnos.
Como la historia de la gota de agua que hizo hueco en la sólida e impenetrable roca, vos también podés cambiar esta triste realidad que enfrenta nuestra sociedad. Tan solo te tomará tiempo y paciencia, mucha paciencia.
¡Oh Mujer! divino tesoro, por favor, despierta. Cultiva tu mente y espíritu, un tanto más de lo que cultivas tu vanidad. Cultiva tu inteligencia, porque en este momento necesito urgentemente de ella.
¡Oh Mujer! te imploro me ayudes a cambiar este triste final, que esta sociedad te ha asignado.