Durante las últimas semanas en el recinto parlamentario han arreciado críticas, muchas veces injustificadas, contra la Universidad de Costa Rica, la cual lejos de ser vista como una institución benemérita de la patria, benefactora de cultura, arte, deporte y ciencia, es mostrada como un elefante blanco que solo traga, sin dar nada a cambio. Sin temor a equivocarme, más de la mitad de los parlamentarios y parlamentarias ha tenido parte de su formación académica en esta Alma Máter, inclusive muchos disfrutando de beca socioeconómica o de carácter académico para estudios de posgrado fuera del país. Condición que también le es propia a la clase política y dirigente del país instalada en los tres poderes de la República. La formación humanista e intelectual, de la cual nos hemos nutrido, nos brinda herramientas para tomar las mejores decisiones por el bien del país.
Con gran sapiencia, don Rodrigo Facio Brenes, escribía en 1955, refiriéndose a esta magna institución, “la universidad de hoy debe reconocerse ante el objeto clarísimo y tierno de la Patria, por encima de todas las diferencias, las distintas circunstancias y las opuestas condiciones (…). Es el fruto de idéntica confianza en las virtudes espirituales, nacionales y sociales de la educación superior.”
Por ello, dentro del contexto de la discusión por el presupuesto para las universidades públicas, en relación a calidad del gasto y retribución en beneficios, comparto buenas noticias sobre la reforma al proceso de admisión desde mediados de 2014, que atiende el cierre de brecha social y geográfica con un Sistema de Admisión Diferida para estudiantes de colegios públicos con menor tasa de éxito en el ingreso y que significó el ingreso de 245 estudiantes de colegios nocturnos, IPC-CINDEA y Educación Abierta.
En el último período académico, se otorgaron 5672 títulos, donde proporcionalmente aumentó la cantidad de graduados en sedes regionales.
Para este año 2015, la cantidad de becas de carácter socioeconómico aumentó en un 19%, lo que equivale a ₡13563 millones. En la sede Rodrigo Facio, el 43% de la matrícula tiene beca; en la sede regional del Atlántico, un 82,6%; en la sede del Pacífico, un 80,01%; y en la sede de Occidente, un 79,6%.
Para este año 2015 hay 27 carreras acreditadas. Se mantienen en curso 1813 proyectos de investigación. En el 2014 se publicaron 289 artículos en revistas científicas internacionales, superando la producción del 2013 que alcanzó la cantidad de 206, y se publicaron 33 libros en el ámbito nacional.
La inversión en becas alcanzó los $4,1 millones. 397 profesores becados, entre ellos 295 doctorados. Estudios en EE.UU., Chile, Inglaterra, Holanda, España y México.
Infraestructura por 23 mil millones de colones, 222 proyectos equivalentes a 41555 m2.
Sobre el cambio climático y sus efectos en el sector agropecuario, desde el CICA se desarrolla un proyecto que terminará en la consolidación de un Laboratorio Nacional de Referencia para la determinación de gases con efecto invernadero, que servirá de soporte a la estrategia nacional de cambio climático, enlazando esfuerzos con el MAG y el LINTA.
Sobre la cuenca pacífica del país, principalmente el Pacífico Norte y Región Chorotega, destaco algunas investigaciones, evidencia del buen uso de recursos públicos, como la valoración económica del impacto de variabilidad climática inter-anual en el cultivo de granos básicos, causas y efectos del cambio climático en Costa Rica, en el incremento de los desastres e impacto en la disponibilidad de los recursos hídricos subterráneos, en la producción de hortalizas, en la zona boscosa (por monitoreo estacional con sensores remotos) y en el grado de vulnerabilidad de las redes de interacción planta-polinizador en páramos, así como el modelo silviopastoril, carbono neutral de producción de carne, madera y energía biomásica, entre otras.
En estos 75 años, la Universidad de Costa Rica ha sido sinónimo de calidad docente, ciencia, investigación y extensión comunal.
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