Asimismo, las subjetividades del gusto cuentan, en esta materia, cuando están fundadas en criterios estéticos, éticos y culturales adecuados. La Asociación Costarricense del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Históricos (ICOMOS) apelando a esos criterios, se ha pronunciado críticamente sobre este proyecto. Por mi parte, me limito a expresar algunas opiniones. Pienso que viene bien el consejo de no poner “remiendo nuevo en paño viejo”. No parece recomendable, levantar un edificio, a manera de una segunda planta moderna, sobre un conjunto de edificaciones de estilo clásico o neoclásico. ¿No se estaría más bien reproduciendo la vieja estrategia imperial y colonialista –ahora maquillada–, de avasallar las edificaciones antiguas para levantar las nuevas: símbolos de un poder cultural que se impone?
Por otra parte, resulta contradictorio que mientras hacemos esfuerzos por resaltar los valores tangibles e intangibles del patrimonio cultural de nuestros pueblos originarios, tan fielmente representados en sitios como Guayabo y las fincas de la zona sur que resguardan las bellas y “mágicas” esferas de piedra (hoy convertidas en Patrimonio de la Humanidad), se pretenda levantar un edificio de estilo “modernista”, que opaca y afea todo un sitio arquitectónico de gran valor histórico, estético y cultural.
A mí me gustaría seguir “caminando entre memorias”, como decía el psicoanalista brasileño, Ruben Alves, refiriéndose a sus caminatas con sus amigos en el jardín de su casa. Nosotros tenemos todavía un pequeño “jardín” de viejas edificaciones, que evocan tiempos idos siempre presentes y eternos, que tocan nuestra piel y elevan nuestro espíritu. Es el viejo San José de las casas en barrio Amón, Otoya, Escalante, entre otros.
Hace unos días, invitado por unos amigos, pude disfrutar de caminar “entre memorias” en uno de esos barrios. Pero con nostalgia e indignación, fuimos testigos una vez más de los vestigios de la vieja Biblioteca Nacional convertida hoy en parqueo. ¿Vamos a continuar cometiendo errores como ese? ¿No se debería aprovechar esta oportunidad más bien para impulsar un proyecto que se aleje del casco metropolitano, donde se concentren todas las edificaciones de gobierno y otros poderes, empezando por el de la Asamblea Legislativa, y mantener así incólume lo poco que nos queda de nuestro patrimonio arquitectónico?