En una increíble coincidencia de hechos, encuentro que en nuestra Costa Rica no hay una filosofía de vida que nos brinde protectividad ontológica. No hay muelles, ni aeropuertos o casas de tipo valorativo u óntico, donde refugiarse adecuadamente.
Los valores sociales, personales e interpersonales, así como espirituales de altura, parece que están carentes. Existe eso sí, un consumismo antivalorativo, además de filosofías baratas de cómo hacer más dinero y cómo tener más sexo.
Estas son las más corrientes. Se desimboliza mucho la vida humana.
Lo religioso se anuncia a través de sectas, cultos y prácticas antiintelectuales, sin tomar en cuenta la riqueza cultural religiosa de la humanidad.
En tal nivel está ausente el puerto de refugio en materia de lo significativo, que hoy en día muchas personas sufren de ansiedad y depresión por sentirse desamparadas ante una intemperie violenta y cruel.
Lo antisignificativo desimboliza y deja a las personas o en puerto artificial, cuando son económicamente potentes, o en manos del terremoto social que se está viviendo. Aun en el caso de los que son económicamente capaces de sobrellevar la tormenta flotando en pedazos de madera, quedan muchos afectados por las neurosis de tipo ontológico y noogénico. Ser un absurdo no se cura con dinero. Pero qué interesante resultan estos últimos diez años. Ahora aparecen los terribles datos en la prensa. El éxito del capitalismo de nuestro país era solamente una farsa.
El 40 % de los empleados nacionales devengaban sueldos menos que los sueldos mínimos. Aun la tímida y domesticada prensa nacional se ve obligada a protestar el bochorno vivido. Una empresa privada criminal en rompimiento a la ley. En el área central del país la irregularidad en rompimiento de la ley alcanza el 87 por ciento. Sobre todo en jóvenes, personas sin educación, trabajadores de construcción y guardas privados.
También resulta increíble el hecho que unas cuantas lluvias hayan producido tal grado de desastre en nuestras carreteras. Parece que esas compañías subcontratadas por los gobiernos anteriores, le estaban robando a la hacienda pública y utilizando materiales de baja calidad. Véase el caso de Caldera. Derrumbes y otros problemas a cada rato. No se tomaron adecuadas mediciones ecológicas. Muchas carreteras están en el mismo peligro.
Se construía ignorando la ecología y la geología. Aun así algunos promotores de esa clase criminal insisten recientemente en que Costa Rica pierde competitividad debido a sus leyes ecológicas. Quieren terminar de destruir al país.
Digo que increíble coincidencia, pues concuerda la ausencia de seguridad ontológica con la ausencia de seguridad vial y ni se diga la pérdida en la seguridad ciudadana.
Por cierto, no dejemos de mencionar que el mismo Banco Mundial, en un estudio más serio sobre la competitividad de Costa Rica, culpa a las universidades privadas de haber bajado el nivel académico de nuestros profesionales. Me imagino que estos se contratan en clínicas privadas costosísimas o en compañías que fabrican carreteras de cartón. Sigue el jolgorio del entrenamiento de malos profesionales a costa de inocentes ciudadanos. Tampoco retoñan los Colegios Profesionales, en materia de forzar exámenes de competencia profesional o incorporación. Todo eso es parte de la decadencia forzada por el modelo económico vigente.
Si no hay puertos o albergues donde encontrar refugio en materia de valores espirituales u ontológicos, no hay patria. Hay solamente un jolgorio absurdo sin sentido o propósito. Si el mayor criminal es el empresario, cómo podemos defender el concepto de un capitalismo nacional.
Si han estado robándose la hacienda pública en subcontrataciones poco escrupulosas, cómo podemos hablar de confiabilidad en gobiernos o empresas privadas. Todo ello denota un paisaje no ya agreste, sino tétrico, que nos deja pasmados cuando recordamos lo que solía ser nuestra Costa Rica. Es con el más profundo lamento que digo esto, pues a los 68 años de edad uno tiene muchos recuerdos. Veo que Aguas y Alcantarillados y la Municipalidad de San José descuidan aguas que corren salvajemente por las calles. Eso dado al hecho de que se reventaron los tubos internos. No se reparan.
No se reparan los huecos en las calles tampoco. Y eso en San Francisco de Dos Ríos, que al menos por ahora no se considera un tugurio o gueto involuntario. Como dice el ADEP recientemente, el artículo 70 de la ley 7531 es un hecho salvaje. Dicho artículo nos lo fue forzado por los neoliberales del siglo pasado a los pensionados del magisterio. Aumenta las deducciones en las pensiones enormemente.
A mayor edad siempre hay más costos de vida. ¡Ya no tenemos derecho a una calidad de vida con la longevidad! Eso es señal de falta de civilización.