El pasado lunes 18 de julio del 2011, le remití al Dr. Ricardo Boza Cordero, Director de la Escuela de Medicina de la Universidad de Costa Rica, una carta que por el interés que reviste ahora hago pública, al no haberme contestado hasta la fecha.
En la forma más atenta y respetuosa me permito comunicarle lo siguiente:
Con todo el respeto que mis colegas me merecen y por el amor que le tengo a mi profesión, quiero hacer públicas algunas interrogantes que tengo acerca de la Escuela de Medicina en la cual me formé.
Cuando fui estudiante pude disfrutar de las sabias enseñanzas de profesores de la talla de don Carlos Monge Alfaro, de Eugene Rudín de Monge, de don Pedro León, por citar a algunos. Todos ellos hicieron de la docencia el objetivo principal de sus vidas.El problema que hoy comento lo han vivido, en los últimos días, más de medio centenar de jóvenes que ingresaron llenos de ilusiones e increíble disposición a la citada Escuela. Después de superar gran cantidad de trabas y numerosos filtros, como el examen de admisión y muchos otros que aseguran en teoría la calidad de los profesionales del mañana, se ven de pronto sumidos en la incertidumbre y el desengaño.
Quienes ingresan a la Escuela de Medicina son los mejores 110 promedios; su capacidad la demuestran al culminar con éxito su primer año. Sin embargo, al llegar a segundo año debido a fallas en el sistema, por medio de una selección inhumana, se termina eliminando aproximadamente un 40% de los estudiantes (este año fracasó el 100% de los alumnos que fueron a ampliación en Anatomía Descriptiva).
¿Qué sucede? ¿Será que esos jóvenes que fracasaron hoy son incapaces (aunque han demostrado lo contrario) o será que quienes ejercen allí la docencia no son aptos para cumplir con los requisitos mínimos que dicha cátedra exige? ¿Es que los alumnos no rinden o es que los profesores le están sirviendo a otros intereses?
Decía el recordado profesor Omar Dengo: “¡Cuando todos los alumnos fallan quien fracasó fue el maestro!”
¿Los docentes actuales, de mi querida Escuela de Medicina, se percatan del daño que están causando a una población selecta de estudiantes? Y si se dan cuenta del problema que ocasionan, ¿es que no les importa?
La Universidad se financia con los dineros del pueblo; por eso yo, como contribuyente, los emplazo a que expliquen en forma pública su posición. Que nos digan ¿cuáles son sus objetivos? Porque la Escuela de Medicina no es de unos pocos, sino de todos los costarricenses. Que más de medio centenar de estudiantes tengan que, a mitad de camino, competir por escasos sesenta campos en el nivel siguiente, me parece un fraude, un ultraje, una sinrazón.
Los costarricenses que, con nuestros impuestos financiamos las universidades públicas, queremos oír una explicación lógica.