CCC y educación nacional

En conmemoración de los veinticinco años de fundados los colegios científicos costarricenses (CCC), el Dr. Víctor Buján, uno de sus principales gestores, rememora, en Página Quince de La Nación del 30/03/14, que tan feliz producto para “la educación costarricense” hubo de enfrentar en sus inicios un escenario hostil, particularmente en la UCR, en donde, entre […]

En conmemoración de los veinticinco años de fundados los colegios científicos

costarricenses (CCC), el Dr. Víctor Buján, uno de sus principales gestores, rememora,

en Página Quince de La Nación del 30/03/14, que tan feliz producto para “la educación

costarricense” hubo de enfrentar en sus inicios un escenario hostil, particularmente

en la UCR, en donde, entre otros académicos que lo adversaron, quien esto escribe lo

habría considerado, en artículo del Semanario UNIVERSIDAD del 27/10/89, “un iluso

y desafortunado proyecto”.
Veinticinco años después, concluye el Dr. Buján, los graduados de los CCC han

demostrado que su creación fue un gran acierto, y que objeciones como las del suscrito,

constituyeron errores que vale la pena repasar “con la esperanza de que no vuelvan a

cometerse”.

Razón parece asistirle en celebrar como un acontecimiento feliz para la educación

costarricense la creación de los CCC, y a pesar de nuestras objeciones veinticinco

años ha, nos alegramos de los éxitos alcanzados por los estudiantes y egresados de

estos CCC, cuyos logros superan a los de los mejores centros privados de educación

secundaria del país.

Alegría que, a decir verdad, surge de la refutación que en ello vemos de la manida

tesis de los enemigos del Estado benefactor, de que las instituciones públicas, esto es,

aquellas entidades organizada en torno a los derechos del conjunto de la ciudadanía

y no de la avidez de unos pocos, son necesariamente ineficientes, tesis a la que

constantemente se recurre precisamente en el campo de la educación diversificada.

Ya para 1997-98 cinco CCC se ubicaban entre las diez instituciones públicas y privadas

de mejor desempeño en exámenes de bachillerato, y a finales del 2010 ocho CCC

eran los que ocupaban los diez primeros puestos. Contar además entre sus egresados

con premios nacionales de ciencia y tecnología, o científicos que han logrado grandes

triunfos en universidades extranjeras, muestra “la potencialidad que existe en el terreno

de la educación pública para apuntar hacia la innovación y el mejoramiento cualitativo”

(Estado de la Nación, 1998:82).

Fácilmente se concluiría entonces que la razón asiste al Dr. Buján, que “Hoy… los

graduados de los CCC han demostrado…que la creación de estos centros fue un gran

acierto, no “un iluso y desafortunado proyecto”, y que las ideas contenidas en artículos

como el del suscrito fueron errores que no deberían volver a cometerse.

Pero ¿era acaso el éxito de los estudiantes admitidos en los CCC lo que estaba en el

centro de mis objeciones así como de las de otros colegas de la Facultad de Educación

como Alicia Sequeira, Gerardo Esquivel o Tito Quirós?

Definitivamente que no, y ya en su reseña el mismo Dr. Buján deja traslucir que otros

asuntos eran los que preocupaban a quienes objetábamos los CCC.

Según el Dr. Buján tres fueron mis objeciones al proyecto: 1. “la concepción elitista y

antidemocrática de sus argumentos”; 2. las “políticas tan autoritarias y discriminantes”

que supone; 3. conllevar a “una barbarie ilustrada y miope ante los problemas de la

vida”.

Independientemente de que el Dr. Buján esté o no siendo preciso respecto a aquellas

objeciones, puede apreciarse que estas no guardan mayor relación con los criterios de

éxito destacados para celebrar este cuarto de siglo de existencia de los CCC.

Si bien hoy reconocemos que los CCC han demostrado que la calidad y excelencia no es

inherentemente ajena a la educación pública, todo lo contrario, no creemos que con ello

también se demuestra lo infundado e injusto de las objeciones, en particular de elitismo

y discriminación, asociadas al proyecto que los origina.

Estas objeciones siguen siendo válidas, y pese a que la calificación de “iluso y

desafortunado proyecto” hoy la restringiríamos a sus móviles, mantenemos la

impresión de que ha sido y sigue siendo una propuesta elitista y discriminante, amén

de instrumental y desarrollista, de la que, con recursos públicos, sólo se beneficia un

reducido y selecto grupo de estudiantes al margen de una reforma más integral de la

educación pública costarricense.

De que se trata de una propuesta elitista y discriminante, baste con estas expresiones

del propio Dr. Buján cuando, en celebración de los 20 años de los CCC, se pronunció

contra la creación de CCC más allá de la GAM. Esta multiplicación habría implicado

que su calidad se había ido “por el caño”, pues a su parecer sólo debieron crearse dos

CCC, “para garantizar calidad”.

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