Replico aquí el artículo de David Díaz, en Paquidermo, “Tres prejuicios sobre la ciencia ficción costarricense”.
Dice Gomel (2014) que “La CF es definida por Suvin en términos de un novum textual (una innovación ontológica), que es racionalizada por el discurso de la ciencia”. En palabras de Spiegel (2013): “Lo que caracteriza la ciencia ficción y la diferencia de la fantasía es el novum”. Luego, el concepto de novum y el aporte de Darko Suvin no son algo olvidado en los años 1970.
Pruebe en qué parte de mis textos (El novum en la ciencia ficción costarricense y La ficción de Iván Molina Jiménez) su siguiente afirmación se hace cierta: “se visualiza el insulto y la descalificación de personas e instituciones”. Yo analizo los textos de pseudo-CF con base en un cuerpo teórico que ustedes han querido reducir a Suvin, pero que incorpora autores de diferentes perspectivas políticas de hoy. El texto publicado por la Revista de Filología y Lingüística no tiene una bibliografía 2014, debido a que cuando Carlos Villalobos me pidió que escribiera el artículo no había seguridad de la fecha posible de publicación.El asunto no es descartar a Suvin por ser marxista, lo cual según ustedes descalifica el planteamiento. La cuestión real es que no hay ciencia sin política, lo cual es clarísimo cuando usted toma los estudios culturales como referencia para plantear un culturalismo de la CF (carente de fundamento y amparado en citas sin pies ni cabeza) que justificaría una CF à la tica. Usted olvida que desde Stuart Hall los estudios culturales han sido una manifestación más del academicismo que Nealon (2012) liga al neoliberalismo y, consecuentemente, se relaciona con el (post)postmodernismo. ¿Entonces, si uno asume una posición de izquierda, lo que se produzca no es ciencia, pero si es a la derecha, sí lo es?
Otra cosa, el hecho de que algo venga del extranjero no lo hace desechable. Sería peor empezar a conformarse con una producción literaria de pésima calidad, en nombre de un vulgar culturalismo.
Por cierto, como indica Rabkin (2012, y recuérdeselo a Garro): “La ciencia ficción, de hecho, no está (…) confinada a la prosa. En algún sentido, la historia del cine, el medio más característico del siglo veinte, se mezcla con aquel de la ciencia ficción”, por lo que le recomiendo la película brasileña Abrigo Nuclear, para que vea que ya en la CF latinoamericana ha existido una tradición crítica, un novum.
Ahora bien, usted insiste en que en Costa Rica se hace CF à la tica. Sin embargo, sus libros se promocionan, sin advertencias de su visión culturalista, como CF. Cualquiera que vea la etiqueta CF no puede desconectarse del bagaje cultural que se lleva encima. O sea, uno de una vez piensa en la CF que tradicionalmente nos ha llegado de Europa y Estados Unidos. No obstante, una vez que aparecen mis artículos salen con el cuento de una CF tica, que no es más que una CF sin ciencia y tecnología, en el sentido futurista que define la CF (recuerde lo que dice Favier: “La estructura temporal común a toda una parte de la CF, situada en nuestro futuro y en el pasado del narrador, constituye una característica específica de esta literatura”). De ahí, se cae en errores garrafales como plantear, como lo hace Molina, que la novela El problema de Soto Hall es CF. Luego, su visión culturalista de la CF lleva a definir un concepto tal que no permite diferenciar la CF de otros géneros, ya que toda literatura que contenga algún elemento tecnológico sería para ustedes CF; por ende, según sus parámetros, toda literatura es CF, por cuanto en todas las épocas la literatura introduce los elementos tecnológicos de esta: espadas, tabletas, etc.
En la CF, la tecnología manifiesta el cambio social. Es imposible pensar, en términos de entropía, una sociedad futura sin cambio. Todo sistema se desgasta y da paso a otro.
CF à la tica sería una CF sin ciencia y tecnología futurista. Luego, no es CF.
