Contrarreforma académica en el TEC

Subrayo la insuficiencia del “proceso”: no hubo tiempo para el análisis total del documento de la Comisión RETO, ni lo habrá mientras

Subrayo la insuficiencia del “proceso”: no hubo tiempo para el análisis total del documento de la Comisión RETO, ni lo habrá mientras se siga con los plazos otorgados y con la metodología implantada. Varios órganos colegiados solicitamos con vehemencia que se ampliara la discusión, mejor dicho, que se abriese hacia la convocatoria a un Congreso, tal y como corresponde al espíritu universitario, elemento sine qua nom para lograr consenso frente a una propuesta que significa la vida en el futuro inmediato de una universidad pública como el ITCR.

Correspondía una discusión institucional sobre el modelo de universidad que queremos (y el modelo de país), modelo universitario que, mal que bien, ya se diseñó en el III Congreso y no se ha terminado de construir. Debía entrarse en congreso para no seguir con el análisis estrictamente técnico de un documento no consensuado en su fondo medular, en su aspecto puramente conceptual: un estatuto basado en procesos es un estatuto administrativamente temporal (¡los procesos cambian!) y no “orgánico”, es decir político; por tanto, un modelo basado en procesos administrativos de ingeniería industrial, debe, obviamente, rechazarse.

Insistió en los conceptos y procesos medulares de Extensión y Acción Social. Nuestra propuesta, de acuerdo con el III Congreso Institucional, es la creación de una Vicerrectoría de Extensión y Acción Social; dejar a la Vicerrectoría de Investigación y Extensión (VIE), solo como VI (sin la E), es decir, dedicada a la investigación meramente. La Extensión/Acción Social/Docencia e Investigación, deben realizarse desde cada unidad académica y no desde un ente concentrado como el de Proyección Universitaria (acción implícita en los conceptos de Extensión y Acción Social) que se propone en una nueva vicerrectoría (Vida Universitaria), el cual no atendería las necesidades de cada unidad académica. Las vicerrectorías son entes encargados de coordinar, facilitar y evaluar esos quehaceres, no de dirigirlos.

Finalmente, en contra de lo planteado, la propuesta RETO se llevó a la AIR. Aún allí confiábamos en la inteligencia, prudencia y tino de los asambleístas. Nos equivocamos: como por arte de birlibirloque la carreta se antepuso a los bueyes: el punto 3 de la agenda, acerca de la procedencia de la propuesta de reforma total al Estatuto Orgánico de RETO, fue votado negativamente.  Sin embargo, en contra del sentido común, cual maniobra de diversionismo ideológico y semántico, se rescata el documento votando afirmativamente la Moción de Fondo 3.2 de Reforma Integral al Estatuto Orgánico para darle continuidad. Un contrasentido dado que si se votaba el punto número 1 en contra, como efectivamente se hizo, los demás puntos debían desecharse puesto que no se le había dado procedencia a la propuesta de la reforma al estatuto.

Pero las jugadas semánticas que ya hemos visto en algunas instancias nacionales (TSE, Sala Constitucional, Asamblea Legislativa) también se copian en la academia. Igual la torcedura de brazos. Queda claro: RETO no redactó la propuesta de Estatuto Orgánico mediante el proceso participativo que ordenó la AIR. Hizo cientos de reuniones con personas e instancias seleccionadas a dedo, pero solo 3 consultas abiertas a la comunidad en casi 5 años. Tenían la obligación, por mandato de la AIR, de publicar cada título o capítulo de su propuesta, es decir, de hacer al menos 10 consultas a la comunidad, pues su propuesta tiene 10 títulos.

Lo grave: deslegitimó el mecanismo de congreso institucional. El primer párrafo del artículo 88 del Estatuto Orgánico dice: “El Congreso Institucional es un órgano deliberativo cuyo propósito es realizar un proceso de intensa discusión, reflexión y análisis sobre asuntos de carácter trascendental para el quehacer académico e institucional, realizado con el fin de propiciar que el Instituto se coloque a la vanguardia del conocimiento científico, técnico y tecnológico”. En otras palabras, los asuntos de carácter trascendental para transformar al TEC deben nacer del Congreso. RETO nunca fue creada por la AIR para sustituir al Congreso Institucional, no obstante, fue con su propuesta más allá de los acuerdos del III Congreso, incluso omitiendo y negando acuerdos de ese congreso.

Más grave: el “movimiento estudiantil” votó a favor de una propuesta que sus bases desconocen. En la asamblea lo señalé: los estudiantes no conocen lo que se está contrarreformando. Uno de los “dirigentes” respondió que los estudiantes sí conocen la propuesta pues llevaba cinco días estudiándola. ¡Cinco días! ¡Y nosotros cinco años de seguimiento continuo! Es que un grupo de estudiantes anualmente se arroga la representación de miles y se convierten en una camarilla cooptada por la administración. La representación estudiantil votó en bloque apoyando a la administración y a RETO en contra (léase bien, en contra), de los mismos intereses estudiantiles: entre otras contrarreformas que tornan al TEC menos democrático y más vertical, se pretende eliminar la Vicerrectoría de Vida Estudiantil.

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