Creación de la UCR, lecciones de una profunda transformación

El 75 aniversario de la creación de la Universidad de Costa Rica nos remite a uno de los períodos más ricos de nuestra historia

El 75 aniversario de la creación de la Universidad de Costa Rica nos remite a uno de los períodos más ricos de nuestra historia económica y social: la Administración del doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, Benemérito de la Patria y Gran Reformador Social de Costa Rica.

Los derroteros esenciales de nuestra sociedad marcados en ese fructífero período arrojan tres lecciones claves: se necesita una visión sólida, inspiradora y de largo plazo, es posible adoptar grandes transformaciones con prontitud, se debe priorizar lo esencial en momentos de restricción.

La visión. Costa Rica tenía 52 años sin un centro de enseñanza superior, desde el cierre de la Universidad de Santo Tomás en 1888, lo cual imponía profundas limitaciones al desarrollo y privaba de oportunidades de superación a muchos costarricenses talentosos de escasos recursos.

Todo cambió con la nueva visión socialcristiana que el Dr. Calderón Guardia planteó desde su mensaje inaugural el 8 de mayo de 1940. En relación con la Universidad de Costa Rica enunciaba:

“…Siempre dentro del ramo educativo, al cual, repito, la nueva administración dará muy especial importancia por considerar que constituye el fundamento de la contextura moral del pueblo, mi gobierno concentrará también sus esfuerzos en la fundación de la Universidad Nacional (…) El centro universitario irradia sus luces y esparce el saber por todos los rumbos, dirige la opinión pública en materia social, y reverdece y da vida nueva al progreso general de la República”.

Transformaciones con prontitud. El proyecto de Ley Orgánica de la Universidad de Costa Rica fue presentado por la Administración Calderón Guardia, el 17 de junio de 1940. Un mes y una semana después, el 26 de julio de 1940, recibió dictamen unánime favorable en la Comisión de Educación Pública. Y el 17 de agosto se aprobó la ley definitivamente. Transcurrieron exactamente 2 meses entre el ingreso del proyecto a la corriente legislativa y la aprobación de este cambio transcendente, cuyo impacto sigue sintiéndose varias generaciones después.

Priorizar. Entonces como ahora, Costa Rica enfrentaba difíciles circunstancias fiscales. De hecho, en la Administración Jiménez Oreamuno (1932-1936), no prosperó la iniciativa del Ministro de Educación Pública, Lic. Teodoro Picado Michalski, para crear una Universidad, porque el Congreso consideró que el país estaba imposibilitado económicamente para hacerlo.

A mediados de 1940, con el serio impacto de la Segunda Guerra Mundial, la situación fiscal tampoco era propicia. Pero tanto el Gobierno como los congresistas de la época supieron aquilatar que en esos tiempos de restricción era necesario priorizar y dirigir los recursos hacia aquello que realmente rendiría réditos sociales y económicos de largo plazo.

Cambio trascendente. No en vano, el doctor Calderón Guardia consideraba la fundación de la Universidad “…obra capital de mi Administración…” en materia de educación y cultura. Como lo expresó al año siguiente en su informe al Congreso Constitucional:

“… y se fundó, por último, la Universidad Nacional, que iluminará, con la luz inagotable de su ciencia, la ruta que habrá de marcar el futuro de la patria. Constituye esta la obra más trascendental sobre la materia, llevada a cabo en el país durante los últimos cincuenta años; y mi gobierno se enorgullece de haber podido dar satisfacción con ella a los anhelos de la juventud, que tanto clamó por su establecimiento”.

En efecto, la Universidad de Costa Rica significó un cambio trascendental en todas las áreas del quehacer nacional, en particular abriendo a miles y miles de mujeres y hombres la posibilidad de convertir sus esperanzas en realidad. Son incuestionables los grandes aportes de esta Institución Benemérita de la Educación y la Cultura en todos los ámbitos.

Reflexión final. El mejor modo de celebrar el 75 aniversario de la decisión histórica y trascendental de crear la UCR es recordar las lecciones de su origen. Hoy, como entonces, necesitamos visión de largo plazo, tomar decisiones oportunas y priorizar lo esencial.

Hoy nuestro país se encuentra en un ámbito de precariedad fiscal, al cual no se abstrae ningún elemento de nuestro entramado institucional, porque esta realidad nos concierne y limita a todos. Debemos hacer todos los esfuerzos para asegurar que la UCR pueda continuar, extender y profundizar su quehacer.

Al mismo tiempo, la Universidad de Costa Rica en el marco de su autonomía, con la calidad de sus recursos humanos y su extenso conocimiento científico y técnico, tiene la gran posibilidad de dar ejemplo al país, y a todo el sector público, incorporando nuevas técnicas de administración para reducir todo costo superfluo o injustificado y siendo un portal de transparencia cimentado por procesos de control y rendición de cuentas. Esto permitiría asegurar el mejor uso de los recursos escasos de que dispone nuestra sociedad y que, haciendo un significativo esfuerzo, le transfiere a este gran centro de estudios.

Que la Universidad de Costa Rica, apegada a un profundo compromiso con el bienestar de toda la sociedad costarricense, viva por toda la eternidad.

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