Se habla mucho de que el turismo en CR está en una crisis y que esta se refleja por el aumento del desempleo en algunas regiones del país. Sin embargo, no se analiza de fondo estructural ni de contexto la situación; tampoco se le hace un planteamiento crítico y comparativo con otros países, como México o Nicaragua.
En CR, las políticas enfatizan en el turismo externo (gringo, europeo y otros), pero que realmente ignoran al turismo nacional, a pesar de algunas seudopolíticas, como “vamos a turistear”, que no toma en cuenta la realidad ni las condiciones, la calidad y nivel de vida, pues existen precios muy altos, encareciendo todos los servicios turísticos, tanto que los turistas extranjeros lo señalan reiteradamente: CR es un país muy caro.Así, CR podría ir perdiendo su velocidad en la ruta óptima y quizás llegando a su techo natural muy pronto, debido al modelo de desarrollo del turismo. En México, el desarrollo del turismo nacional es del 80%, donde solo el 20% es de origen externo (más de 24 millones). Pero en CR, el turismo externo ronda el 75% (cerca de 2.5 millones de extranjeros), siendo el turismo nacional, con un promedio de 25%, lo que refleja el proceso de temporada baja y alta de visitación. Este desarrollo es muy vulnerable, pues no depende del control local, sino de las empresas transnacionales y pequeños grupos oligopólicos locales del turismo, que en general están exentas del pago de impuestos o bien tienen fuertes subsidios. Pero, ¿cómo saber cuál sería un precio justo y correcto?: medir la canasta básica con el salario promedio de un país y de ahí sale el costo real; pero, en CR es muy elevado el promedio, debido a la tremenda burbuja inmobiliaria que se genera hoy día.
Es paradójico tener una visitación externa más alta que el año pasado, según fuentes del ICT; se dice estar en una crisis en el sector turismo, a pesar del mito de las buenas condiciones internas (paz, estabilidad económica, política, financiera). No hay ningún control, ni estudios críticos de las actividades plenas de las empresas turísticas, como estudios de impacto ambiental, social, cultural, en torno al desarrollo del turismo integralmente, es decir, su huella en general. La información está muy dispersa, tanto que ni existe un estudio de mercado laboral del turismo nacional, donde el desarrollo del turismo con énfasis externo no integra realmente la cultura ni las comunidades locales, salvo excepciones de presentaciones, que exageran o tergiversan la identidad nacional.
Todo esto se explica porque las políticas del ICT, de corte neoliberal, van en función de cubrir intereses corporativos, monopolios y diversas cámaras, que no les interesan para nada la integración sustentable del turismo, con la cultura nacional y la misma sociedad. Así, su política está enfocada hacia arriba: grupos de intereses, mientras ignora las pequeñas y medianas empresas nacionales, que son los que generan más empleo.
Quizás, ya sea la hora de convertirlo en un Ministerio de Turismo e impulsar el desarrollo integralmente, mediante el apoyo a los pequeños y medianos empresarios de turismo, que conllevaría un enfoque social más justo, equitativo, que realmente defienda y preserve el ambiente, la cultura y la calidad de vida, siendo necesaria una política de desarrollo endógeno del turismo, sin detrimento del externo, pero bajo control nacional. Para ello, se necesitan leyes que protejan a las pequeñas y medianas empresas turísticas, pues son las más importantes para el país, ya que generan la mayor parte de la mano de obra o empleo nacional. Pero que, curiosamente, no entran en las políticas estatales y presupuestarias del ICT realmente.
El turismo no debe ser una actividad económica reservada a la gente que tiene posibilidades económicas, sino que debe estar al alcance de toda la población. Para seguir siendo competitivos, se tienen que abaratar muchos los costos: mejor dicho regular. Si bien es necesario diversificar en distintos segmentos del mercado del turismo, porque casi todo el mundo viaja, y ahora, se incrementa el turismo social local, que se refiere a una población de la tercera edad y trabajadores nacionales, de no muy altos ingresos.
Es necesario replantear y superar esos mitos de que el turismo convencional es bueno y nos sacará del subdesarrollo (que genera divisas, empleo, conserva la naturaleza): se asemeja a una farsa. Si se quiere evitar un colapso o su ralentización y así avanzar, es necesario replantear las políticas actuales de todo el sector turismo.