En el nivel latinoamericano es muy frecuente encontrar la misma cara de la moneda, la pobreza, en algunos casos más extrema que en otros pero, al final y al cabo, pobreza. Muchos estudios han propuesto diferentes alternativas, en el nivel político, para mitigar este grave flagelo, que evidentemente cada día afecta más a los que menos tienen.
Grandes foros se han realizado para discutir en cuánto tiempo esta cruda realidad debe ser eliminada, o por lo menos reducida; si las políticas a aplicar serán efectivas para combatir la pobreza en un tiempo de décadas o de algunos meses.
En todo caso, es importante anotar que los aportes de ideas en este caso no deberían centrarse en el tema de planteamientos a corto o a mediano plazo, sino, al tema de la voluntad política. Es típico que en nuestros países muchos de nuestros habitantes califiquen como políticas difícil, la aplicación en el ámbito político ciertas propuestas y aún más, cuando estas se salen del esquema tradicional del que han venido siendo víctimas durante muchas décadas.
Los planteamientos a largo o corto plazo necesitan ser respaldados por el interés del gobierno de turno, ya que, si no lo es así, ninguna política por más buena y exitosa que haya resultado, podrá ser aplicada ni ser factible en un determinado país y en un tiempo largo o corto.
Innumerables podrían ser los casos exitosos que se podrían mencionar acá con el tema del combate a la pobreza; no obstante, podemos citar dos ejemplos que han sido efectivos desde que fueron aplicados en sus respectivos países: eliminación de la inflación en El Salvador y la incorporación de un «flat tax» (impuesto plano) en Estonia.
En el caso de la propuesta salvadoreña, anunciada a finales del 2000 por el entonces presidente de El Salvador Francisco Flores, entró a regir a partir del 1 de enero del 2001 con la vigencia la Ley de Integración Monetaria; sus efectos en la eliminación de la inflación, o en la disminución del costo de la vida, efectivamente empezaron a reflejarse tan solo en unos cuantos meses.
Es de anotar que el país fue dolarizado rápidamente; la moneda nacional, el colón, que funcionó simultáneamente con el dólar estadounidense por un tiempo, dejó el espacio al dólar como moneda de curso legal. En la actualidad, el flagelo conocido como inflación se ha reducido significativamente y con ello, beneficiando a los más pobres.
Otro maravilloso ejemplo implementado con éxito y que ha demostrado ser efectivo, es la incorporación del «flat tax» en Estonia.
De 1992 a 1995 y de 1999 al 2002, el Primer Ministro de Estonia, el Sr. Mart Laar, asume el respectivo cargo, en una seria situación para su país. Estonia presentaba una inflación que era de 1000% anual, una economía que se contraía a una tasa de 30% anual, fuertes índices de desempleo que superaban el 30%.
Ante tal situación, el Sr. Laar, burlando críticas de eminentes especialistas en economía, introdujo en su país lo que se denominó: «flat tax». Para el 2005, la producción de Estonia crecía a tasas de 6% a 7% anual, la inflación era de 5% anual, el déficit fiscal era mínimo y había un alto nivel de inversión empresarial.
Debemos tener en cuenta que en países desarrollados, como Singapur, Japón y Estonia entre otros, siempre existe la pobreza pero en márgenes que la sociedad puede sostener o tolerar. No obstante, en América Latina los índices de pobreza y pobreza extrema no resultan asumibles dentro de la economía. Dicho de otra manera, no es lo mismo la pobreza que existe en los países desarrollados a la pobreza que existe en muchos de los países de América Latina.
Las soluciones existen; sin embargo, mientras que nuestros políticos de turno sigan aplicando la no voluntad política, nuestros conciudadanos seguirán con la misma moneda de una sola cara: la Pobreza.