En el último número del Semanario UNIVERSIDAD, dos distinguidos profesores se refieren a la lucha política al interior del PLN y en el país, a mi actual campaña política y a Rodrigo Arias y su hermano: los doctores Vladimir de la Cruz y Helio Gallardo. Solicito, por ello, este Derecho de Respuesta.
Intelectualmente, a ambos los respeto, aunque no comparta sus puntos de vista, ni su posición ideológica y política.
Al Doctor Gallardo no tengo el gusto de conocerlo personalmente. Lo leo siempre en el Semanario y fue profesor de mi hijo Javier, en la Facultad de Derecho de la Universidad La Salle. Buen profesor y buen académico. Respeto su integridad ideológica y su coherencia personal. Ha vivido y morirá con las botas puestas, como un marxista coherente. A esos luchadores se les respeta, aunque no se compartan sus puntos de vista sobre América Latina.Con Vladimir, y lo digo así porque nos conocemos desde las luchas universitarias del siglo pasado, nunca nos hemos podido poner de acuerdo. Siempre hemos estado en posiciones distintas. En el liderazgo estudiantil, en la FEUCR, él pertenecía a la izquierda dura y yo a la socialdemocracia formada en La Catalina por don Pepe, Daniel y Luis Alberto Monge. Él era un morista convencido tirando a posiciones más duras y yo, aunque siempre he admirado a don Manuel y su papel en la Reforma Social de los años cuarenta, nunca he dejado de estar de este lado del espectro ideológico. Confieso que soy, desde siempre, demasiado burgués y libre pensador, demócrata, progresista y reformista, para ser marxista y menos leninista. Vladimir, por el contrario, estaba en aquella línea dura y nuestras mayores broncas eran por la Revolución Cubana y por la invasión soviética a Checoeslovaquia. Sin embargo, coincidíamos cuando de criticar a Estados Unidos se trataba por la Guerra en Vietnam y hasta hacíamos yunta todos, liberacionistas y marxistas, para ir a tirar pintura a la Embajada Norteamericana. Esos fueron unos años formidables e inolvidables en la FEUCR. Desde entonces, creía y sigo creyendo que en libertad y con democracia, es posible alcanzar sociedades justas. Sacrificar la libertad política y personal, por un sistema político o por una ideología, siempre me ha parecido lo peor de lo peor. Cuarenta y tantos años después, sigo en lo mismo: peleando por la social democracia y tan rebelde como en aquellos años universitarios o como cuando me fui de Embajador a la Unión Soviética, en el gobierno de Daniel Oduber, tentado por ver y comprender cómo era de verdad una sociedad marxista-leninista por dentro. Ahí me terminé de convencer de que aquello no iba para ninguna parte, aunque leí y estudié en esos cuatro años tanto marxismo como imagino lo ha hecho el Dr. de la Cruz. Me quedé con Gramsci, a quien había leído de estudiante en Italia, y después me convenció Bernstein con aquello de que “el movimiento lo es todo”. No viviría por ello, por nada del mundo, en una sociedad soviética a la rusa o a la cubana.
De Vladimir no se cómo piensa ahora. Lo que sí está claro es que ahora, en la plenitud de nuestra vida política, tampoco coincidimos. Celebro, eso sí, que él se haya pasado al bando de los demócratas burgueses y hasta que haya aceptado un cargo de embajador en un gobierno del PLN, pero me cuesta mucho creer que esté apoyando y que sea tan cercano de Rodrigo Arias y su hermano. Ahí sí que la sacó del estadio. Si estuviera de este lado de la acera, pero cercano a los grupos reformistas y progresistas que hay dentro del PLN y que somos mayoría, o al menos militara en el PAC o en otros grupos de izquierda democrática, estaría encantado, pero eso de que ande con los neoliberales y la derecha liberacionista, me parece de muy mal gusto. De verdad. Tal incoherencia en un intelectual de su trayectoria, es un pecado político del que difícilmente se podrá librar en el futuro, a menos que gane don Rodrigo Arias la Presidencia de la República, lo que sinceramente veo en la cola de un venado. Lo que va para adelante es una convergencia de otro signo político.
En todo caso, mis respetos para los dos distinguidos profesores. No estoy de acuerdo con ninguno de los dos, pero sí sé hacer la diferencia. Hay algo que se llama coherencia y que Fernando Berrocal sí ha practicado desde el liderazgo estudiantil en la FEUCR y en todas mis luchas dentro del PLN y en el país. Moriré burgués sin avergonzarme, libre pensador en lo personal y socialdemócrata, reformista y progresista en lo político. De eso estoy seguro. Es en esa condición como siento la plenitud de mi condición humana. Respeto mucho y practico una activa tolerancia con quienes piensan lo contrario, como don Helio en su marxismo y don Vladimir no preciso en qué.