Defenderla y honrarla

La Universidad de Costa Rica, como universidad pública de sólido liderazgo e institución de cultura superior, tiene la misión central de servir a

La Universidad de Costa Rica, como universidad pública de sólido liderazgo e institución de cultura superior, tiene la misión central de servir a la sociedad para alcanzar el bien común. Para ello, debe desarrollar al máximo sus capacidades mediante la producción y generación de conocimiento, independientemente del lugar del país donde ejecute sus actividades. Por sus extraordinarios resultados durante más de setenta y cinco años está profundamente anclada en la sociedad costarricense, al grado que es la institución nacional de mayor credibilidad para la población.

Ese lugar de reconocimiento deriva de sus principios fundacionales: incesante empeño por construir una sociedad justa e inclusiva, espíritu democrático e integrador, búsqueda de la excelencia académica y sentido crítico, cristalizado simbólicamente en un girasol, fuente de saber y luz para una sociedad, llamada a superar toda forma de oscurantismo que empañe su razón de ser. En ella debe prevalecer la libertad de cátedra y eliminarse toda expresión de mediocridad y de poder infundado. Quienes formamos parte de su comunidad universitaria, cual hijos e hijas que comparten los mismos ideales, debemos cultivarla como un valor superior.

Sometida a fuertes presiones internacionales y a grupos de interés económico (como le ha ocurrido a otras grandes universidades latinoamericanas a las que el calificativo de públicas hoy solo les acompaña como farsa del pasado), en los últimos años ha visto campear en ella nocivas tendencias foráneas que terminan encontrando eco en dinámicas internas. Centradas en intereses políticos, criterios neoliberales de rentabilidad económica y estandarización de los procesos, estas tendencias se confunden y desestabilizan el modelo de universidad pública consagrado en el Estatuto Orgánico.

Los sistemáticos ataques mediáticos de que ha sido objeto la Universidad de Costa Rica durante el último año confirman el ambicioso y urgido proyecto para deslegitimarla, con el agravante de que no ha existido la suficiente autoridad para salir a defenderla en su integralidad. Por el contrario, la Universidad, de alguna manera abandonada, ha soportado crudos embates que se van multiplicando con una preocupante indiferencia hacia ella.

Como universitario consciente de que esta problemática pone en riesgo los logros históricos de nuestra alma máter, especialmente en tiempos en que la incoherencia y el autoritarismo son signos cada vez más visibles, estoy convencido de nuestra obligación de levantar la voz contra quienes la atacan y la desdeñan, y de ese modo honrarla en sus valores esenciales. Ello nos demanda un permanente ejercicio de libertad, visión plural, gestión democrática y genuino respeto a las otras personas, así como una voluntad ingente en lo cercano y en lo concreto, por defenderla y honrarla.

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