A las personas los cambios nos producen miedo y algunas veces actuamos incluso en contra de nuestros principios para evitarlos y, en esas ocasiones, actuamos de manera patológica. El objetivo es conservar a cualquier costo lo que se cree que se tiene. Que nada cambie, sin duelo, sin incertidumbre. Esa es la sensación que me provoca cada vez que leo algún comentario o especulación, revestido de denuncia sobre el cambio en la dirección del Semanario.
No pretendo ocupar espacios que no me corresponden y estoy segura de que hay profesionales que harán un análisis correcto y con mayor autoridad que yo. En este caso, hablo desde mi sentimiento como parte de la comunidad universitaria y como colaboradora cercana que fui del actual Rector, desde el año 2005, cuando empecé a trabajar en la Vicerrectoría de Investigación.Esos años fueron de constante aprendizaje, ya que trabajar con el Dr. Jensen fue una experiencia enriquecedora. Tiene una capacidad de trabajo interminable, es una persona crítica, creativa y reflexiva. Es un gran humanista, pero además, por su formación, profundamente conocedor del ser humano. Cada conversación con él, no importa si es de música, de arte, o de ciencia, significaron una agradable lección.
Por ser lector impenitente, es una de las personas más cultas que he conocido. Ser humano íntegro, sensible hacia los demás. Jamás lo vi enojado o expresarse mal de alguien. Siempre lo vi tomar decisiones fundamentadas y serenas. Conoce la Universidad más que cualquiera. Dentro de la institución sabe quién es quién, nos conoce por el nombre y el trabajo de cada uno. Tiene un claro proyecto de universidad y los que votaron por él, decidieron por esa visión compartida. Este testimonio es desde mi experiencia personal, lo que de ninguna manera se compagina con alusiones prejuiciosas recientes por la prensa y otros medios, de personas que del todo no lo conocen ni le tienen consideración alguna.
Esos comentarios anónimos, la mayoría de las veces sin conocimiento de causa, con argumentos mal intencionados, pretenden hacer una denuncia –sin lugar- para mantener a la actual directora del Semanario UNIVERSIDAD, francamente me resultan desconsiderados e inoportunos porque lastiman no sólo al Rector sino a la Universidad, contribuyendo a minar la fe en una institución democrática como esta.
Lo más sorprendente es que la actual Directora ha dejado que sea la especulación la que alimente esos escritos, incluso de gente cercana a ella, publicados en el mismo Semanario, sabiendo, como lo conversamos ella y yo en diciembre recién pasado, que su período terminaba el 18 de mayo, por lo que no le interesaba conversar con el Dr. Jensen, en ese momento candidato a Rector, como ella misma me lo expresó en esa oportunidad.
Nadie pone en duda las cualidades de la señora Martínez como profesional; simplemente se agotó su nombramiento y posteriormente se le extendió unos meses más hasta que se designe el (la) nuevo (a) director (a). Las autoridades sabrán cuál es la idea que tienen del Semanario y cómo profundizar en sus cualidades, por eso pregunto: ¿Es que acaso ella piensa que el Semanario no es perfectible? ¿Es que acaso ella cree que no hay un solo periodista en todo el país capaz de dirigir ese medio y hacerlo mejor que ella? ¿No es eso desconsideración con sus pares? ¿De dónde tanta arrogancia? ¿Acaso cree ella que es la única persona capaz de garantizar a la comunidad universitaria el espíritu crítico, la libertad y la independencia que deben caracterizar a este órgano de comunicación universitaria?
Uno de los argumentos más utilizados a favor de su nombramiento es acerca de las cualidades críticas del Semanario que se han logrado bajo su responsabilidad. Se supone que el periodista muestra los hechos de manera tal que los lectores (en este caso) entiendan y formen opinión. Solo para citar un ejemplo, en julio de 2009, un grupo de investigadores del Recinto Golfito, llamó al Semanario para denunciar lo que consideraban situaciones anómalas en el Recinto, con la intención de exponerle a la comunidad universitaria lo que estaba sucediendo con los edificios. Sin embargo, y contrario a lo esperado, la publicación del Semanario favoreció lo actuado, haciendo caso omiso de las denuncias sobre la destrucción del patrimonio arquitectónico. ¿Dónde quedó el periodismo comprometido que trasciende la denuncia, que investiga y contribuye a crear una universidad mejor?
Quienes apoyan la permanencia de Laura Martínez en la dirección del Semanario no pueden fundar sus criterios exclusivamente en relaciones de amistad, ni mucho menos confundirlas con las condiciones profesionales, legales e intelectuales idóneas para mantenerse al frente de la dirección del Semanario.
Sartre decía que “Uno es lo que hace con lo que uno es”; aún está a tiempo de redefinir su salida, porque la vida no acaba aquí.