Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa…
Una síntesis gloriosa de la acción y coerción agresora y alienante de la iglesia católica y el cristianismo, y su ardua tarea desde los tiempos y la historia por nublar y agredir directamente el cuestionamiento de las bases de la humanidad y la sociedad como conjunto.
Tacho el catolicismo directamente, como el pensamiento me lo permite, de falso y modelador de la historia, por y para, la conveniencia y riqueza del hombre, o mejorando y especificando, de hombres, hombres como Constantino de Constantinopla, quien bajo sus propias reglas cambió la historia y el camino del catolicismo.
Una religión que nace por la conformación de judíos que habitaban tan lejos del monte del templo que sus medios posible les impedían visitarlo, esto los transformaba en judíos ilegítimos, no puros, judíos sucios, o como los adjetivos utilizados en su momento pudieran definir lo despreciable. Viendo tal oportunidad de culto religioso, Constantino adopta la religión católica como suya y se da cuenta que los cristianos de no tener sitio de adoración serían seguidores… pero seguidores que no trascenderían la historia, si no tenían templos que perduraran por los siglos y los siglos. Constantino aún claro de que el cristianismo no tenía dentro de sus creencias la acción de rendir oración en un lugar, ya que Dios estaba en todas partes, se tomó la libertad, como buen emperador, de la construcción de templos, iglesias, fachadas arquitectónicas que recordarían su nombre y su poderoso imperio y facilitarían la acción de detenimiento del pensamiento; tal es el caso del santo sepulcro, tierra fértil a la que atribuye el inseparable acontecimiento de la muerte, entierro y resurrección de Jesucristo. Infraestructura con la que parto para apuntar la farsa poderosa de la religión católica.
El viejo testamento, la Tora, el nuevo testamento, la Biblia, el Corán… todos escritos por el hombre y para el hombre (destaco el género masculino en esta oración); apoyados de la ilusoria incoherencia de la semejanza del ser humano con Dios, fundados en la resignación y sumisión del ser y la sociedad para el perfecto encajamiento dentro del sistema de absurdas barbaridades y violencia para con pueblos, pueblos que hoy por hoy son llamados con el aborrecible nombre de tercer mundo. Se gesta así una similitud falsa del individuo con Dios.
Una Costa Rica inundada por la privatización de la educación, partiendo de inculcar en las mentes más vírgenes los credos que permitan la no desenvoltura de pensamientos contrarios al pacto iglesia&estado, personas creyentes de la palabra que es ajena a nuestros orígenes y adoptamos como nuestra, asegurando así, la existencia eterna del poder nacional y transnacional, la vida eterna de la burguesía tica y el erróneamente llamado primer mundo.
Si el ser es a imagen y semejanza de Dios, Dios es guerra, avaricia, poder, vanidad, ignorancia, egoísmo, racismo, ambición… características conjuntas que acompañan la historia del ser humano y su limitación de pensamiento y existencia.