¿Despenalizar las drogas?

Para muchos académicos e investigadores está claro que la despenalización de las drogas permitiría un mayor control de estas y una base para atenuar

Para muchos académicos e investigadores está claro que la despenalización de las drogas permitiría un mayor control de estas y una base para atenuar la ultraviolencia del narcotráfico internacional. Afortunadamente para algunos presidentes de países latinoamericanos también, caso del guatemalteco y del colombiano actuales, entre otros. Incluso doña Laura Chinchilla, en buen hora, coqueteó con ello.

Sin embargo, quienes se oponen a su legalización son los círculos de poder interesados en el dinero fácil. La sociedad capitalista, con el afán de erradicar las drogas y su consumo, paradójicamente permite que existan paraísos fiscales donde los narcos blanquean dinero invirtiendo en negocios legales, ello influye negativamente en la economía ciudadana: al confluir multitud de compras de inmuebles y fincas con dinero blanqueado, la demanda incide en el aumento desmesurado de la vivienda. Según Tax Justice Network, OCDE, Economist Inteligente Unit, en el 2005 había 73 paraísos fiscales, casi todos en países pequeños o microestados, entre ellos Costa Rica.

¿Por qué las grandes potencias no ponen fin a esta situación? Sencillamente porque les interesa que existan. Ciertamente hay manifestaciones de políticos en el sentido de poner trabas a estos países, pero acciones verdaderas para terminar con esta situación, ninguna. Desdichadamente el mundo no se mueve por valores éticos o morales, sino por intereses económicos. Puro Maquiavelo: “el fin justifica los medios”.

Los paraísos fiscales mueven al año unos $600 mil millones provenientes del narcotráfico, la trata de blancas, el tráfico de personas y de armas, además  del dinero para sobornos y corruptelas (un total aproximado de $1.500 millones). El lavado de dinero representa entre el 2 y el 5% del PIB mundial. Como comparación, las deudas públicas en los mercados internacionales son de unos $5.000 millones. El comercio de las drogas ilegales ha creado una industria que sostiene muchas economías.

Sí, a las grandes potencias no les interesa acabar con el narcotráfico. Basta un ejemplo: la economía de Estados Unidos bajaría entre un 19% a un 22% (Consejo de la Unión Europea, “Estrategia europea de lucha contra las drogas 2000-2004”). Por eso, los abanderados de la lucha contra las drogas, para proteger sus turbios negocios, seguirán apoyando la política de la prohibición que solo ha obtenido fracasos; pero no actuarán seriamente contra los paraísos fiscales.

El conjunto de actividades de los paraísos fiscales, fundamental para el capitalismo, significa un 20% de la riqueza mundial. La colaboración del sistema financiero-bancario hace posible su existencia. Sin ellos no serían posibles las comisiones ilegales, los sobornos, los pagos secretos a partidos políticos, etc. Además, contribuyen a la evasión de impuestos, una práctica tributaria perjudicial para los países periféricos y un obstáculo para resolver sus grandes problemas.

Las transnacionales utilizan los servicios de los paraísos fiscales para aumentar beneficios, ya que los impuestos que gravan las operaciones en estos no existen, o son más bajos que en los países de origen. El ahorro puede representar  un 20% o 25%, lo cual, con las enormes cifras que mueven, son cantidades significativas. Las diez primeras multinacionales del mundo podrían representar unos $150 mil  millones. Así, dinero procedente de fortunas privadas, transnacionales, tanto legales como ilegales, encuentran amparo en países que no hacen preguntas y no establecen impuestos, o son mucho más bajos.

La red ha eliminado el desplazamiento a los países-paraísos para realizar operaciones, hasta entonces vedadas, por sus costos, a pequeños inversores, estableciendo una  tributación de impuestos mucho más beneficiosa y abriendo puertas, en muchos casos, a prácticas ilegales innovadoras. Las enormes ganancias que genera el narcotráfico crean industrias legales que sostienen muchas economías.

Queda claro que a las grandes potencias no les interesa actuar contra los paraísos fiscales, ya que sería un duro golpe contra el narcotráfico, el tráfico de armas, la trata de blancas y el tráfico de personas, beneficios de los que muchos, directa o indirectamente, se favorecen. Quizás por ello en la última “Cumbre Centroamericana” convocada para conversar sobre la posible legalización de las drogas, no se tomó ningún acuerdo. Y nuestra señora presidenta no volvió a hablar de ello.

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