Destrucción del Estado de bienestar

En Grecia, Chile, España, Estados Unidos, Panamá, Italia y muchos otros más, el pueblo ha salido a exigir al Gobierno el cumplimiento de la

El 9 de noviembre de 1989 (hace 23 años) cayó el muro de Berlín y con esto el mundo sentía los primeros vientos de libertad, que rasgarían finalmente la bandera soviética el día de navidad de 1991. Con esto nacía la esperanza, tanto en el este como en oeste, de reconstruir la unidad perdida, de encontrar el verdadero sentido de la democracia, de un mundo nuevo. Pero esta esperanza se perdió rápidamente cuando Occidente elevó a dogma los principios de la democracia liberal y todos los pueblos vieron a los neoliberales ocupar los Gobiernos. Tristes políticas implantadas desde organismos internacionales, como fantasmas etéreos, existen solo porque creemos en ellos, fijaron el rumbo para la destrucción del Estado de bienestar, que tanto esfuerzo costó construir.

En Grecia, Chile, España, Estados Unidos, Panamá, Italia y muchos otros más, el pueblo ha salido a exigir al Gobierno el cumplimiento de la sagrada “voluntad popular”. En todos los casos, los policías, ingenuos guardianes de lo ajeno, han salido al encuentro. El resultado ha sido el mismo: piedras, gases, golpes, chorros de agua, disparos, heridos, sangre y miles de caras enojadas e indignadas, el engaño había caído. Costa Rica lentamente fija su curso (ese norte del que hablan algunos, tomó el país en 2007) contra el Estado solidario, que me dio la oportunidades de estar aquí. Lo hacen lentamente para que no se pierda la ilusión de “somos todos hermaniticos”. Pero cuando marchamos por la calle llega la policía, no importa que esté todo tranquilo, el diario necesita una portada para mañana.

Necesitamos con urgencia romper la prohibición de pensar y cuestionar públicamente qué es la democracia. Es suficiente ceder nuestra libertad a cuatro funcionarios de medio pelo, que reciben una especie de protección divina para decidir por todos, tras de eso, decidir mal. Funcionarios inamovibles y con grandes beneficios. ¿Es el voto un mecanismo eficaz para escoger a un representante? Es más ¿queremos seguir votando por otros? Es tiempo de romper el engaño, es tiempo de pensar y exigir nuestra libertad de vuelta, para hacer con ella lo que queramos de este país. Es tiempo de dejar de mentir y hablar con la verdad; la honestidad intelectual es el único camino de alejarnos del pasado, al que parecemos caer en una vorágine desesperante y caminar hacia el futuro.

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