Dicotomías discursivas

A la luz de lo que acontece en el escenario político nacional desde hace cerca de dos meses, es necesario enfriar la cabeza y

A la luz de lo que acontece en el escenario político nacional desde hace cerca de dos meses, es necesario enfriar la cabeza y fomentar un debate tanto objetivo como argumentativo.

No obstante, la racionalidad que parece –debería− estar implícita en ambos términos, se desdibuja constantemente al ritmo de tambores de guerra discursiva, que vienen de un lado tanto como del otro. De esta manera, los retumbos ensordecedores afectan a todo aquel quien, llamándose indeciso, se encuentra en un apático limbo de discordia y desinterés.

No es ni argumentativo, ni mucho menos objetivo, cosificar mediante adjetivaciones hiperbólicas al adversario. No hay cabida racional donde predomina el fanatismo, ni habrá crecimiento colectivo informado donde la información es el bien menos accesible.

Norberto Bobbio presentó un universo teórico en donde las conceptualizaciones, para ser mejor comprendidas y analizadas, debían tomarse en referencia a sus opuestos. No como negación, ni superposición, sino como complementariedad.

Las dicotomías del filósofo italiano trascienden el plano conceptual, y son fácilmente aplicables a la realidad circundante; no obstante, debe recordarse que, según Bobbio, una dicotomía implica el reconocimiento de la dualidad. Tan fácil como pensar en luz y oscuridad, bien y mal, izquierda y derecha.

Costa Rica ha sido adoctrinada por medios, estructural e institucionalmente, oficializados desde hace más de 60 años. Se ha hecho creer, a partir de anecdóticas leyendas, que un segmento del espectro ideológico no es más que perversión; a la vez que, esporádicamente, también se ha dicho que el otro segmento ha llevado al mundo a su peor miseria.

Sin embargo, reitero, no puede pensarse en la subjetividad fanatizada de un lado u otro; de la derecha y la izquierda; y, como ha sucedido en Costa Rica, de la derecha sin izquierda.

Se ha acostumbrado a presentar el neoliberalismo y la reestructuración minimizadora del Estado como la solución, pero no se ha presentado otra alternativa, y cuando una se ha levantado por cuenta propia, la costumbre ha podido más que la razón y se ha torpedeado con estigmas que anteceden al grueso de la población que actualmente habita este país.

Este país se ha acostumbrado a pensar una derecha que es falsa, que no cesa de mostrarse altamente reaccionaria. Ello pues, durante más de medio siglo, no ha tenido contraparte, y en el imaginario tico esa otra parte −hasta ahora− no existía.

Cada cuatro años la historia se repite (en los últimos ocho con desmesurada indiscreción), y la irracionalidad oficializada busca espantar cualquier aire de cambio que provenga desde ese rincón escondido de la memoria que llaman “izquierda”.

Se cae entonces en un cambio de roles contradictorio, donde el “nosotros” se esconde y el “ellos” se magnifica sobre preceptos que parecen salir de cuadernos de los hermanos Grimm, para luego retornar con pavorosa calma al “nosotros” mientras el “ellos” desaparece.

Toda la controversia que se ha vivido en esta precoz campaña va, desde mucho antes, bien impregnada de estos mitos, intentándose, sea cual sea el costo, “dicotomizar” al otro sin incluirse en la ecuación.

La izquierda en Costa Rica existe, y un partido que −según sus propuestas e ideas hasta ahora expresadas− pareciera de centro, está volcando la balanza históricamente inclinada a una derecha cada vez más lejana.

No se puede pensar un concepto sin todos sus referentes y significantes, así como no se puede −ni debe− pensar una realidad política monolítica y hegemónica. La política es lo que es, con todos sus matices; desde aquellos que abogan por la supervivencia del más apto, hasta aquellos que suspiran por la supremacía vanguardista de nadie sobre nadie.

Al igual que un spot publicitario algo reciente, que no se piense en “estos” o “aquellos”, sino que se construya un nuevo imaginario y una nueva realidad a partir de “estos y aquellos”. La exclusión es la salida fácil al complemento, al debate y a las ideas.

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