En la madrugada del 12 de julio de 2005, una parte del Hospital Calderón Guardia se incendió. Los reportes fueron desgarradores: hubo 22 víctimas, entre quienes se cuentan 19 pacientes y 3 funcionarias de enfermería. Incendio con carácter intencional según las averiguaciones realizadas. Se inició en una bodega de un cuarto piso. Las funcionarias fallecidas fueron declaradas heroínas.
Este incendio conmovió a la población costarricense por la cantidad de víctimas y por la angustiosa evacuación de pacientes, quienes en algunos casos salieron de entre el fuego por sus propios medios, no así los que no podían movilizarse por sí mismos; los más graves fueron víctimas mortales. Se reporta que algunos extintores no funcionaron y que las salidas de emergencias como las señalizaciones eran inexistentes (R. Aguilar, enero 2006, Med.Emergencias). Se consigna que hubo informes previos que indicaban peligro de incendio en el hospital, algunos de ellos tan anteriores como el del año 1995, en que el Cuerpo de Bomberos criticaba la distribución física del hospital; otros informes son del año 2000 y uno muy cercano a la fecha de la fatalidad −como el de enero de 2005−, que se refería a un incendio en la biblioteca de este centro hospitalario (Acevedo C. et al. La responsabilidad de la gerencia de salud…Rev.M.Legal, mrz 2006).Y así viene la historia reciente de este hospital: se conoce del trasiego de órganos, en medio del cual hay personal de ese hospital, que involucra además traslado de equipo a servicios privados de la salud para las intervenciones quirúrgicas clandestinas. La policía está tras esta práctica criminal, que hace millonarios a unos cuantos en contra de la dignidad de las personas.
Y para completar este funesto panorama, ahora se investiga un intento de fraude con material quirúrgico de ortopedia, por una suma mayor a los $2 millones (S.Universidad 2043), en el cual hay una red establecida de conexión con una empresa privada suplidora de implementos. Las noticias son confusas; quienes denuncian son separados temporalmente del cargo, dizque por otras circunstancias.
Ya han pasado casi nueve años de aquella madrugada en que pacientes y empleados perdieron la vida en un incendio. Quien lo provocó está en la cárcel. Esta persona era empleada del hospital y tuvo que haber pasado los procesos de selección de personal. También pasaron los procesos de selección quienes trataron de hacer el fraude con la compra de implementos ortopédicos, así como aquellos que se dedicaban al trasiego criminal de órganos humanos.
A raíz del incendio, hubo despidos de la clase gerencial, pero la sala constitucional ordenó la restitución. Sabida la noticia de restitución, hubo algarabía por parte del personal que ya se encontraba en huelga (LN 9 nov-2013). Ahí está el hospital, baluarte de nuestra seguridad social, acosado y maltratado. Cuando en algunos años los jóvenes se pregunten qué hizo nuestra generación por salvaguardar la seguridad social, quizá nos sonrojemos: se las dejamos muy deteriorada, permitimos que unos pocos la carcomieran con sus ansias de enriquecimiento y de poder y sus inutilidades calculadas, en el manejo de la cosa pública.
La Junta Directiva de la Caja debe darle una señal al pueblo costarricense, de que hay capacidad para hacer cambios profundos. No obstante, hay tres directores que, con la aquiescencia de sus grupos electores, entre ellos un representante del Estado, repiten para este periodo. Quisiera pensar que estos directores hicieron mucho por parar esta corrupción y por eso contaron con la confianza de sus electores. Si no, son parte del problema y eso viene a profundizar la gravedad de lo que ha pasado en el Calderón Guardia y en otros hospitales. Los que repiten están obligados a explicar qué han hecho por detener esta corrupción hospitalaria y qué harán desde su enclavada silla de mando. Por la seguridad social de este país, es mejor que renuncien por incapacidad demostrada.