Discriminación e indiferencia

Todos somos miembros de una sola raza, pero aun así la mayoría de la gente condena lo que “piensa que no es.”

Todos somos miembros de una sola raza, pero aun así la mayoría de la gente condena lo que “piensa que no es.” Entonces ¿qué pasa si poseo las siguientes condiciones: el ser indígena, judío, negro, de izquierda, proletario, ateo, madre soltera, lesbiana, discapacitado y al final de mis días, anciano?

Ya que todas esas condiciones no son excluyentes y recordando una frase que Einstein respondió, cuando le preguntaron a qué raza pertenecía para otorgarle su pasaporte, ¿si a la blanca, negra o amarilla? este contestó: pertenezco a la raza humana.

Igual todos pertenecemos a esa misma raza; pero esto no impide que se discrimine por razones: económicas si soy pobre; culturales si soy indígena; raciales si soy negro; religiosas si soy judío; ideológicas si soy de izquierda. En fin, a cualquier sector que se encuentre en condiciones de vulnerabilidad dentro de la sociedad, llámese desde infantes que deben ser representados por otros que defiendan sus derechos, hasta la comunidad LGBT serán discriminados. Y a estos últimos sí que se les discrimina, a pesar del discurso oficial que habla de una sociedad inclusiva.

De esta forma, el costarricense discrimina por todas esas razones y muchas otras más… a pesar de que se piensa como el más tolerante y pura vida del mundo.

Pero la verdad es que no somos así y más que identificarnos con uno u otro sector, si hablamos de esa pluriculturalidad de la que supuestamente formamos parte, debemos buscar los mecanismos para que en esta sociedad a la que pertenecemos la discriminación no sea ignorada y que cuando ocurra una situación de ese tipo, sea expuesta generando crítica y discusión al respecto que provoque que la gente reaccione, porque deben buscarse reacciones frente a tanta indiferencia, para no ser cómplices de esta.

En los últimos años, en Costa Rica al igual que en el resto del mundo, la discriminación ha venido en aumento y pareciera que lo que le pase a los otros no es asunto nuestro. Eso sí, siempre y cuando mis intereses no se vean involucrados y mucho menos atropellados.

Sin embargo, las cosas no pueden funcionar así, ya que las distinciones son cada vez más profundas y la brecha social más grande y así lo evidencia ese principio que ahora es solo una frase que dice todos somos iguales ante la ley, pero como lo han expuesto el sinnúmero de resoluciones que benefician a unos más que a otros y que han sido objeto de todo tipo de críticas por parte de la ciudadanía, es una valoración prácticamente falsa en nuestro ordenamiento jurídico que requiere de una reforma legal que sancione la discriminación.

Entonces si continuamos indiferentes a todo y a todos los que supuestamente son distintos a nosotros, no podremos apreciar que seremos los próximos nombres en la lista del poema que dice “ahora vienen por mí pero ya es demasiado tarde” atribuido a Bertolt Brecht o Martín Niemöller:

Primero se llevaron a los judíos pero como yo no era judío, no me importó.

Después se llevaron a los comunistas pero como yo no era comunista, tampoco me importó.

Luego se llevaron a los obreros pero como yo no era obrero, tampoco me importó.

Más tarde se llevaron a los intelectuales pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.

Después siguieron con los curas pero como yo no era cura, tampoco me importó.

Ahora vienen por mí pero ya es demasiado tarde.

Así, después de esto, al sur de nuestro país vinieron por los indígenas y sus tierras y sólo a unos cuantos les importó.

Por otra parte, al norte más allá de las fronteras, fueron nuevamente por los negros desatando tanta muerte que a aquellos sí que les importó protestando contra el abuso y la discriminación de que habían sido objeto.

Por tanto, esa expresión tan típica del costarricense que dice ¡Qué me importa a mí…! no es una frase con la que se pueda terminar el poema.

 ¡Porque si esta vez vienen por ti…, yo no voy a guardar silencio…!

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