Disparates transgénicos de un tecno-entusiasta del TEC (II)

Según lo ofrecido en mi anterior artículo, comienzo a referirme en forma puntual a los disparates y falacias mencionados en el programa radial

Según lo ofrecido en mi anterior artículo, comienzo a referirme en forma puntual a los disparates y falacias mencionados en el programa radial Desayunos de Radio Universidad del 12/6/15, donde Constantino Urcuyo y Ronulfo Jiménez entrevistaron al Sr. Giovanni Garro, un tecnoentusiasta de los cultivos transgénicos (goo.gl/kT7M3y).

Universidades públicas al servicio del capital privado: según Garro, existe el potencial de que una gran cantidad de institutos y centros de investigación lleguen a desarrollar cultivos transgénicos para licenciarlos a la empresa privada. En otras palabras, “socializar las pérdidas (“inversiones”) y privatizar las ganancias”. De acuerdo con el oligopolio de los transgénicos, el desarrollo y puesta en el mercado de un cultivo transgénico requiere una inversión cercana a 134 millones de dólares. Siendo así, de inicio cabría preguntarse si nuestras universidades públicas deberían hacer este tipo de “inversiones” (con fondos públicos) en intentar obtener productos dudosos, que gran parte de los consumidores y mercados internacionales rechazan en forma creciente (goo.gl/pSu2g0).

Demagogia transgénica: para Garro, “esto va a ser una decisión política”, lo cual no tiene nada de extraño. De hecho, durante más de dos décadas las políticas e intereses comerciales en nuestro país han estado a favor de los transgénicos. Sin embargo, a la fecha, las/os tecnoentusiastas de cultivos transgénicos en las universidades públicas no han logrado devolverle a la sociedad costarricense que los financia un solo resultado útil. Los intentos iniciales realizados en la única universidad pública (UCR) que se ha aventurado a hacer cultivos transgénicos han sido abandonados en el camino (arroz, maíz, ayote, tiquizque y melón), para intentar iniciar otros que posiblemente correrán con la misma suerte (café, papaya, frijol y caoba). Lo anterior pone en duda la “gran capacidad tecnológica” de la que presume Garro en su discurso. Bajo esta realidad, sus demagógicas palabras de “si queremos seguir transfiriendo estas herramientas a nuestros productores, y si queremos seguir desarrollando productos de punta especializados como los que estamos desarrollando en las universidades”, no son más que argucias.

Hasta donde tengo conocimiento, en ninguno de los proyectos precitados, se han realizado estudios serios de factibilidad que consideren –entre otros aspectos- la opinión de la sociedad costarricense respecto a los cultivos y pseudoalimentos transgénicos, y en especial de los agricultores, así como tampoco del comportamiento de los mercados internacionales en esta materia. Pareciera que las únicas opiniones que consideran las/os tecnoentusiastas como Garro, son las del oligopolio transgénico y organismos internacionales que financian este tipo de investigaciones.

Comisión Técnica Nacional de “Bio(in)seguridad”: a pesar de su pertenencia a esta comisión, Garro hace declaraciones imprecisas en torno a esta. En honor a la verdad, esta comisión más que “un órgano muy especializado de expertos”, es un órgano político, dado que la mayoría de sus integrantes (8 de 12) son representantes del poder Ejecutivo de turno, donde las decisiones se toman por mayoría de votos. Lo anterior explica que nunca se ha denegado ninguna de las solicitudes que han llegado a esa comisión. De igual manera, tampoco es cierta la afirmación de que todos sus miembros sean “expertos” en esta materia.

En próximos artículos me referiré a otros temas tratados en esta entrevista.

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