Amurallamiento del espacio público
Desafortunadamente, desde hace unos meses atrás, la hermosa plaza abierta —como es la norma en San José—, se enrejó con una “verja perimetral”. El argumento de las autoridades pertinentes fueron razones de seguridad. O más bien, la inseguridad de la plaza donde se han llevado a cabo “actos de mucho riesgo, los cuales atentan contra la integridad física de las personas de la institución y de las personas que hacen uso del edificio.” El espacio público abierto es “peligroso” y como el resto del Área Metropolitana la única solución son las rejas; encarcelados en nuestra propia ciudad. Pero así es San José, la ciudad del anti-espacio público.
Ciudad=espacio público
Jordi Borja plantea que la historia de la ciudad es la de su espacio público. El espacio público es tanto el espacio principal del urbanismo, de la cultura urbana y de la ciudadanía. Es un espacio físico, simbólico, político, que al mismo tiempo posee una dimensión sociocultural, como argumenta Borja. O sea, es un lugar de identificación, de contacto entre las personas, de expresión y uso comunitario y por ello debe ser de uso colectivo y multifuncional, de dominio público, como lo fue hasta hace poco la plaza.
La protesta de la comunidad
La comunidad de Sabana Sur, preocupada y afectada por la medida tomada se ha manifestado a favor de la remoción de la “verja perimetral” y han tomado diversas acciones legales y en las redes sociales, para protestar por la medida y volver a rescatar ese espacio para la ciudadanía.
La plaza representa un punto de referencia, de paso y de uso cotidiano en el muy deteriorado y enrejado paisaje urbano y es utilizada como un lugar de esparcimiento, de descanso y de socialización. E incluso, utilizan los servicios que ofrece un estratégico cajero automático afuera de sus instalaciones.
Fortalecer el espacio público, la solidaridad y la convivencia
En una sociedad cada vez más individualista y poco solidaria —Costa Rica es uno de los países con más baja participación ciudadana de América Latina—, cerrar con barrotes los pocos espacios públicos de la ciudad, no promueve el fortalecimiento de la confianza interpersonal y entre los ciudadanos. Las rejas no son más que el síntoma de una sociedad desigual, dividida, donde cada día aumenta la brecha social y con ello los miedos e inseguridades. La triste realidad es que nos hemos acostumbrado a los barrotes como la norma, lo inevitable, lo indispensable.
En momentos como los que vivimos, con ciudades fragmentadas, privatizadas y segregadas, es imperativo volver a redefinir y recuperar los espacios públicos en la ciudad, abrirlos, no encerrarlos.
Es claro que hay que buscar soluciones que resguarden la seguridad del edificio y de su personal, pero que, al mismo tiempo, no cercenen los derechos de la ciudadanía de disfrutar del espacio público; que no paguen justos por pecadores. Los espacios públicos, como señala Fernando Carrión, deben de ser entendidos como uno de los derechos fundamentales de la ciudadanía. Desafortunadamente, la Plaza de la Contraloría ya no cumple esa función, y su armoniosa transición hacia La Sabana, bajo cuyos principios fue concebida, quedó ahora tras los barrotes. ¿Podrán los ciudadanos volver a recuperar ese espacio público?