Este artículo lo medité en Uruguay mientras participaba como ponente en la XI Red POP, Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe-UNESCO.
Aprovecho y hago extensivo el agradecimiento a las instituciones que me apoyaron para que mi participación fuera posible: MICIT, UNED Y MEP.
Lo primero que medité allí fue sobre la capacidad intelectual que tiene nuestro país. Pensaba en los diversos cursos magistrales que he llevado con profesores sobresalientes que hablan coherente e inteligentemente dos horas sin sostener siquiera un papel en sus manos, todo su discurso platónico es producto del estudio, la dedicación y por su puesto de su capacidad. Aún con las limitaciones económicas que tiene nuestro país, se dedica alguna parte de la inversión pública en especializar académicos y técnicos en diversos campos del saber.
El hecho de visitar otro país nos da un marco de referencia, realmente de lo que poseemos, también de lo que no tenemos o no hemos logrado alcanzar, pero Yo prefiero hablar de lo que estamos haciendo bien y podríamos hacer mejor. Costa Rica es un país pequeño que tiene excelentes profesionales que se han destacado en diversas disciplinas del saber: educación, medicina, geología, química, microbiología, biología, ingenierías, por mencionar algunas.
Pero qué pasa con el saber, con el conocimiento: ¿qué se está investigando y para quién? Esa puede ser la gran interrogante, ahí se habló de un tema que yo no había escuchado, pero creo que percibí muy bien, se trata del conocimiento colectivo y el conocimiento distributivo. El primero tiene que ver con el conjunto, la sociedad, mientras que el segundo con el poder político y económico, siendo así, creo que nuestro país se puede estar enrumbando hacia un conocimiento distributivo y esto si que está mal porque es un colectivo el que mantiene esas instituciones que investigan pero el poder económico y político es el que está dirigiendo los campos o temas del saber. La investigación debe retomar con más fuerza la inclusión social y a la vez la democratización del conocimiento.
Me pregunto desde hace algún tiempo y más después de la reunión:
En nuestro país, ¿Bajo qué parámetros se decide lo que se investiga y para quién?, ¿Quiénes son los beneficiarios del conocimiento? Por ejemplo, todos hemos escuchado últimamente sobre fuga de cerebros, turismo para la salud o sobre la inversión privada para la investigación y todo esto puede ser manifestaciones de ese saber distributivo. Esto lo refuerza la regla 10-90 y es la que afirma que se destina el 90% de los recursos para las necesidades de un 10% de la población. Realmente esto se puede llamar desperdicio e irreverencia hacia un colectivo que aporta capital y trabajo, porque todos en verdad todos tenemos un compromiso con esa colectividad muchas veces abandonada, marginada que ha hecho posible el capital para el conocimiento, pero cuando se trata de devolverle ese aporte el conocimiento se vuelve distributivo.
En la actividad de inauguración guardé las palabras del rector de la Universidad de la República Oriental de Uruguay, quien planteó los tres paradigmas:
• Reivindicar lo tradicional.
• Introducir el desarrollo humano.
• Generalizar la enseñanza avanzada.
¿Cuáles son los paradigmas de las nuestras? Sigo pensando que tenemos muy buenos profesionales y excelentes universidades públicas, pero creo que cada uno de nosotros que estamos involucrados con producir o transmitir el conocimiento, debemos seguir siendo mejores y preocuparnos para que el conocimiento se socialice, se generalice y se democratice, para poder lograr el desarrollo humano.