El desarrollo sostenible y las energías ¿limpias?

Hace años empezó a estar de moda el término “energías limpias” y el anterior era “energías renovables”;  en síntesis, buscan algo práctico y pegajoso

Hace años empezó a estar de moda el término “energías limpias” y el anterior era “energías renovables”;  en síntesis, buscan algo práctico y pegajoso que cubre otra cosa, ya que nos enseñan que  “la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”.

No se puede hablar de “energía limpia”; lo que se busca es la fuente cuya “energía potencial” se puede transformar, en varios de los casos, en “energía mecánica” y esta, en “energía eléctrica”. El tema de “limpieza” no está en la energía sino en la explotación, transporte, almacenamiento, mecanismos de transformación, transmisión y entrega al “cliente”.

El término “energía limpia” generalmente −solo a la fase de generación eléctrica− lo asocian al tema de “emisión de gases efecto invernadero” (el más familiar es el Dióxido de Carbono, CO2), que contribuyen al “cambio climático”.

Para justificar el uso de fuentes cuyos mecanismos de generación eléctrica produzcan poco o casi ningún rastro de CO2 o que sea fácil de mitigar, compensar o neutralizar, las fuentes más conocidas son la luz solar y el viento.

Por lo general, cuando promueven el uso de la luz solar o el viento, mencionan sus ventajas, pero no hablan de los potenciales impactos negativos del querer usar los mecanismos para producir electricidad. No se menciona cuál es el costo ambiental y de cambio climático para la producción del panel solar o de una hélice generadora. Si se habla de “desarrollo real sostenible”, todo se debe medir, monitorear, evaluar y analizar en los temas ambientales, sociales y económicos en varias escalas, como la local, la regional, la  nacional y la global, para determinar cuáles son las fuente más adecuada para sostener de forma “robusta” el desarrollo de la sociedad de un país, con base en lo que tenga en su propio “almacén” de recursos naturales.

Un ejemplo: si instala un panel solar y desea dar fe que se contribuye a la reducción de gases efecto invernadero, así como al desarrollo sostenible, se debe solicitar un certificado, hecho por personal y entes competentes y reconocidos, que muestre todas las “huella” o seguimiento y monitoreo del uso de energía, del agua, generación de desechos sólidos, líquidos y gaseosos, impactos en los entornos, ambiente y calidad laboral, por mencionar algunos, de todos los procesos para la fabricación, desde la obtención de los materiales primarios, su transporte, lo realizado en la fábrica, su empacado y puesta en el sitio solicitado, su operación, entrega de electricidad al sistema central de energía y la disposición final de desechos, cuando las partes o el panel alcance su vida útil.

El “certificado integral” puede ayudar para indicar qué materias se usan y su gestión total en la fabricación de paneles; se comenta en la red que usan el arsénico, el magnesio y el “Trifloruro de Nitrógeno” (NF3), cuyo impacto como gas efecto invernadero es mucho más fuerte que el del CO2; les invito a que lo investiguen.

Otro detalle con los paneles es cuanto al área de un terreno que deben de cubrir para generar 50 o 100 Mw; claro, esto va en función del avance tecnológico y eficiencia de la transformación en electricidad; el detalle acá es que no pueden haber “sombras” sobre cada panel que interrumpan el flujo de luz durante el día, por lo que a lo sumo habrá vegetación a ras del piso y que no sea invasiva y afecte los mecanismos de rotación. Otra pregunta que aparece es ¿qué actividad socio-económica se sacrifica al instalar una planta solar de 100 Mw por el área que debe de cubrir? ¿Baja o aumenta el valor de las propiedades adyacentes?

Otro ejemplo se da con las “hélices” de las plantas eólicas, al “alterar” o “intervenir” el paisaje local;  ¿qué tanto afectan el valor económico para diversos usos de las propiedades vecinas?

Un aspecto a consultar es qué tan robustas son para el aporte al sistema, cuando se tienen las horas de alta demanda eléctrica, por ejemplo al amanecer, al mediodía o al anochecer. ¿Hay bastante luz solar y el viento “sopla” siempre a esas horas?, o si tienen que usar “baterías” para almacenar la energía ¿cuál es su vida útil? ¿Cuál es su costo? ¿Cuáles son sus huellas? O hay que utilizar otras fuentes o importar. Si se importa la energía los productores internacionales ¿tienen el “certificado integral de desarrollo sostenible”?

Como parte de lo anterior, se considera cómo se involucran todas las “huellas” de la fabricación y transporte, por importación, de materia prima y bienes de todo lo usado en el sector energía, no importa la fuente y el mecanismo que se use, como turbinas, cables, motores, estructuras metálicas, transformadores por mencionar algunos, así como de personal involucrado, un ejemplo es el transporte marítimo con el uso de buques de carga. En este particular, sus “huellas” son algo que por lo general no se menciona, no se conoce o calcula su impacto. El transporte aéreo solo en algunas ocasiones lo incluyen, pero solo la huella de CO2.

El peso del “marco legal” destaca en esto y cómo son los contratos entre los productores y clientes; de tal forma, si el sistema general se ve obligado a utilizar fuentes que no son las más robustas y eficientes para entrar y salir del sistema, cuando por demanda se ocupa el suministro poniendo en riesgo la seguridad del servicio.

En síntesis, para hablar de “energías limpias”, no se debe de hacer solamente pensando en el “cambio climático”, sino en lo integral, bajo el concepto de “desarrollo sostenible real”, tomando todas las realidades existentes en diversos sectores y ejes transversales que los entrelazan, si es que buscamos que la mayor parte de la humanidad se sostenga en un mundo cambiante.

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