Ese maravilloso festival artístico y cultural que conocimos hasta el año pasado 2014 como FIA, es patrimonio del pueblo costarricense. El FIA es herencia y propiedad, por derecho propio, del pueblo costarricense. Es una conquista social, una muestra palmaria de que sí puede haber presupuesto suficiente para la cultura y sus manifestaciones artísticas.
Desde hace casi 25 años que hemos venido disfrutando de los festivales de las artes que se convocan al final del verano, para disfrute de cientos de miles de costarricenses en la capital y otras ciudades de provincia, donde el FIA también ha echado raíces propias.
Las artes, en sus múltiples manifestaciones, han tenido como una tradición en nuestro país un hermoso festival, que ha convocado a centenas de artistas nacionales y extranjeros, en una fiesta que nos llama a disfrutarla sin distingos de ninguna especie. Es un festival que celebra la verdadera hermandad de nuestro pueblo, a través de la cultura y el gozo espiritual.
Si bien desde la Asamblea Legislativa nos preocupamos diariamente por el tema de la competitividad de nuestra economía, por la grave situación fiscal del país y sus repercusiones sobre el empleo, la pobreza y la pobreza extrema, también entendemos que la cultura es un bien superior, es ese andamiaje que los científicos sociales llaman la superestructura de nuestra sociedad, sin la cual nuestra identidad nacional sería un cascarón vacío y sin contenido alguno que nos distinga como pueblo; la cultura y sus manifestaciones artísticas es la nervadura que atraviesa todo nuestro organismo social y nos da sentido de Nación.
Todo ello deriva en que un evento internacional que convoca a cientos de artistas de todo tipo, en muchas lenguas diferentes, con obras absolutamente originales y muy creativas, que durante dos o tres semanas hacen las delicias de niñas y niños y jóvenes y adultos, estaba destinado a perdurar y evolucionar a través del tiempo, para llegar al estallido de talento y creatividad que hemos venido disfrutando durante más de 20 años.
El FIA, tal como lo conocimos en los últimos 20 años desde su primera edición en 1992, fue un enorme acierto del gobierno socialcristiano de Rafael Ángel Calderón y su ministra de Cultura, doña Aída Faigenzicht de Fishman. Si bien su génesis puede rastrearse hasta 1989, cuando se realizó el Festival Internacional de Teatro “San José por la paz”, el cual se reeditó durante 1990 y 1991, es en el año 1992, con el impulso de la ministra Fishman, cuando se decide realizar el primer Festival Internacional de las Artes (FIA-1992), que luego se fue alternando, en años impares, con el Festival Nacional de las Artes (FNA).
Cuando en 1992 se decidió realizar el primer FIA, convocando a cientos de artistas nacionales y extranjeros, con los enormes costos asociados a semejante empresa, resultó ser una decisión valiente y con enorme visión de futuro. Es justo reconocer que ello venía de la mano con la lucha de doña Aída Fishman por “el 1% del PIB de presupuesto para la cultura”. Además, recordamos que fueron los años en que se remozó y reestructuró la antigua Fábrica Nacional de Licores (FANAL) y se creó el Centro Nacional de Cultura (CENAC), dándole así por vez primera, una infraestructura propia y original al Ministerio de Cultura.
Es bueno recordar que a doña Aída Fishman se le llamó “la ministra de Cultura de la varilla y el cemento”, por su preocupación por las obras de infraestructura para la cultura y para el propio ministerio (CENAC), pero vemos también que con la transformación del Festival Internacional de Teatro (1989, 1990, 1991) en el Festival Internacional de las Artes, se dio un paso enorme en cuanto a los contenidos culturales y las posibilidades de expresión y contacto con el público para las más diversas manifestaciones de artistas nacionales y extranjeros, en la capital y en provincias.
Nunca antes, en la historia de Costa Rica, se habían destinado sumas tan altas del Presupuesto Nacional para producir y promover la cultura en todas sus manifestaciones artísticas. Miles y miles de costarricenses de todos los estratos sociales, por vez primera, han tenido acceso gratuito a decenas de obras artísticas y culturales cuyos precios serían prohibitivos normalmente.
Luego de los primeros años de FIA a fines del siglo XX, se consolidó un evento que nos ha dado fama internacional y que se anidó por derecho propio en nuestra cultura nacional, porque esa ha sido otra de sus virtudes: el FIA se ha proyectado a todo el país y se ha ganado el corazón de nuestras provincias.
Queremos y exigimos que la calidad del FIA se mantenga y se mejore constantemente, porque nuestro pueblo y nuestros artistas merecen lo mejor. El Estado invierte miles de millones en un evento de fama internacional y estamos orgullosos de que así sea, porque esa inversión es para disfrute de cientos de miles de costarricenses que nos gozamos consumiendo arte y generando valores para una nueva cultura nacional.
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