La gripe o influenza se considera una enfermedad emergente porque los virus que la causan tienen muchos hospederos naturales como son los humanos, las aves, los cerdos, los equinos y otros, lo que hace tan difícil su control.
Los virus Influenza tienen la capacidad de mutar y de intercambiar sus genes con virus influenza de otros animales, adquiriendo mayor o menor agresividad o la capacidad de producir enfermedad en otras especies.
Los virus Influenza estacionales se llaman así porque producen sus picos epidémicos en los meses fríos en los hemisferios sur y norte y en las zonas tropicales los virus se detectan todo el año, variando sus picos epidémicos según el año. En Costa Rica, según el estudio de Herrero, L. y Alfaro, W. (Virus Influenza circulantes en Costa Rica 1998-2001. ¿Cuándo vacunar? Acta Médica Pediátrica (16(3):111-115, 2002), se determinó este comportamiento de los virus Influenza, comprobándose los picos más importantes en los meses lluviosos. En el mundo anualmente se reportan de 3 a 5 millones de casos y se producen de 250.000 a 500.000 muertes debido a las epidemias estacionales.
Con los métodos modernos se ha logrado seguir retrospectivamente la pista a los virus Influenza, de manera que, desde finales del siglo XIX, se conoce la circulación de éstos en la población humana. Antes de la pandemia asiática en 1957, el virus H1N1, agente causante de la pandemia española de 1918-19, y responsable de la muerte de más de 50 millones de personas dejó de circular entre los seres humanos cuando fue reemplazado por el virus H2N2. El nuevo virus le dio vuelta al mundo en 6 meses y produjo más casos de los notificados en años anteriores, estableciéndose, luego, como el virus estacional.
En 1968, aparece el virus H3N2, el cual produce la pandemia de Hong Kong, que causó un millón de muertes más en todo el mundo y reemplaza al H2N2, de manera que se instala como el nuevo virus estacional. En 1977 reaparece un virus H1N1, el cual produjo gran ansiedad en la comunidad científica ya que se creía que era la nueva pandemia. Este virus produjo brotes leves al inicio, pero por primera vez, no reemplazó al virus anterior sino, que se mantuvo, y actualmente co-circulan los dos virus Influenza A (el H3N2 y el H1N1) y el B, conocidos como los virus estacionales.
En abril de 2009, aparece un nuevo virus H1N1 con características genéticas y moleculares distintas para las cuales la población humana aparentemente no tiene defensas. Se producen los primeros casos en Norteamérica y en seis semanas le da vuelta al mundo, produciendo la primera pandemia del siglo XXI.
Con esta breve historia de los virus Influenza, se entiende entonces, su comportamiento: circulan cíclicamente, siempre presentando características genéticas diferentes por su intercambio de genes y mutaciones. Aparecen, producen pandemias y se mantienen en la población hasta que viene otro con nuevas estructuras, con las cuales la humanidad no ha tenido experiencia, por lo tanto, infecta a la población y se instala como estacionario.
Según el Centro de Enfermedades Infecciosas en Atlanta (CDC), en los Estados Unidos y en Europa, más del 99% de los virus influenza que se identifican en la actualidad en ese país son el nuevo H1N1, lo que hace pensar que este virus vino para quedarse y está reemplazando a los virus estacionales.
Los seres humanos somos susceptibles al nuevo virus, de manera que, inevitablemente, en algún momento, todos nos vamos a infectar. Lo que es importante hacer notar es que este virus es menos mortal de lo que han sido los virus estacionales, según los estimados del CDC (WHO Pandemic (H1N1) 2009 briefing note 3 (16 Jul 2009).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha cambiado la estrategia (16 de julio, 2009) para darle seguimiento a la pandemia por dos razones fundamentales: porque los casos se han extendido ampliamente en la población, y porque es bien conocido que los casos son apenas el pico del “iceberg”, ya que muchas personas se infectan presentando síntomas muy leves o son asintomáticos (sin síntomas), pero en ambos casos, se producen anticuerpos protectores. Por lo tanto, la OMS ha recomendado dejar de contar los casos individuales y enfocar los esfuerzos en los posibles eventos diferentes a los observados hasta el momento, para estar alertas y no perder de vista ningún cambio que tome el virus pandémico.
Me parece que las autoridades de Salud costarricense deberían dejarle claro a la población el panorama actual, para que se elimine el miedo que existe y el congestionamiento en las consultas externas de nuestros centros de salud y hospitales del país. Es importante que en este momento nos enfoquemos en los grupos de riesgo hasta ahora establecidos con el fin de definir la sintomatología que haga necesaria la búsqueda de los servicios médicos.
Los costarricenses debemos cambiar la actitud con que nos relacionamos con este nuevo virus, ya que vino para quedarse y será, por lo visto, nuestro nuevo virus estacional. Debemos, por lo tanto, aprender a convivir con él como algo natural y cotidiano, como lo hemos hecho siempre.
Es importante informar que la severidad de una infección, entre otras variables, depende de la dosis infectante, es decir del número de virus que entra en contacto con la persona por primera vez, por eso es necesario que las lecciones que hemos aprendido de esta experiencia sean permanentes, como la higiene personal, el lavado de manos, la técnica de estornudar y, por supuesto, la vigilancia epidemiológica que han llevado a cabo las autoridades de salud del país.
La salud es una tarea de todos, y todos debemos ser responsables de cuidarnos a nosotros mismos y a los demás, utilizando las prácticas de higiene y observando nuestro entorno.
Lo único predecible del virus Influenza es que no es predecible.