El insólito regalo de las frecuencias de radio y TV al sector privado

En el artículo 29 de esta ley se señala que lo referente a los concesionarios de radio y tv se regulará por la ley

En la Ley General de las Telecomunicaciones de 2008, que se aprobó como parte del paquete de leyes complementarias al Tratado de Libre Comercio, se entró a regular todo el espectro electromagnético, con excepción de las frecuencias de radio y televisión.

En el artículo 29 de esta ley se señala que lo referente a los concesionarios de radio y tv se regulará por la ley de radio de 1954.

Lo triste de esta situación es que esta Ley de Telecomunicaciones derogó trece artículos de la vieja ley de radio y modificó buena parte de los trece restantes. Sólo quedó un cascarón obsoleto de normas, que no regulan nada, pero conservan intactos los privilegios para los concesionarios. 

 

II parte

El apoyo de los concesionarios de radio y televisión al TLC con los Estados Unidos se pagó con este regalo de las frecuencias.
En el reglamento de la ley de radio del 2004, derogado por otro más reciente, del 2008, se repite la entrega de las frecuencias a los concesionarios, pero con una novedad: ya  no se requiere la renovación anual de las concesiones que establecía la ley original, sino que se renuevan automáticamente cada 20 años.

Es decir, se les entregan de forma vitalicia. En el actual reglamento del 2008 se repite la increíble granjería de renovar automáticamente las concesiones por 20 años. A pesar de que una de las reglas del derecho sostiene que un reglamento no puede reformar una ley y en el caso concreto, el reglamento varió los plazos de concesión, la Sala Constitucional rechazó una acción de inconstitucionalidad en contra de este reglamento, con lo cual la irregular situación jurídica parece estar consolidada.

Por supuesto que este es el escenario soñado por cualquier concesionario: no pagar nada por el uso de las frecuencias y tenerlas de por vida, como si fueran un bien patrimonial. Si así están las cosas, es lógico entender que se opondrán con todas sus fuerzas a que se varíe esta prebenda. Se comprende entonces por qué no ha sido posible reformar esa nefasta  ley de radio de 1954.

Dice doña Aida sobre el reglamento del 2004, que fue sustituido por el del 2008.  Pero lo que dijo sobre aquel se mantiene  vigente con el actual: “De tal forma, que todos los concesionarios beneficiados con la obsoleta ley y el reglamento de junio de 2004, continuarán con el manejo del agotado espectro de radio y televisión, a su antojo, con las alianzas y concentraciones que deseen, con los absurdos cánones existentes y sin ningún parámetro sancionatorio.

Una vez más, en este tema no existió voluntad alguna para corregir lo que, a todas luces, es una vergüenza administrativa  y una estafa a los costarricenses”.
 ¿Cuándo veremos los costarricenses a un presidente o presidenta y a una asamblea legislativa valientes, que se animen a frenar esta piñata de las frecuencias de radio y televisión, al más puro estilo orteguiano, y promulguen una ley que le devuelva el efectivo  y justo control al Estado de este importantísimo segmento del espectro electromagnético?

 

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