China, comunista férrea y capitalista insigne, entre el año 2000 y 2013 d.C. es la mayor fábrica del mundo. Ahí se hace casi de todo. De su época de comunismo hermético, duro y abiertamente confrontativo, se han construido un espacio paralelo, disimulado, para utilizar el sistema capitalista en beneficio de su pragmatismo de partido y de su visión de imperio universal, algo que no es nada nuevo puesto que su historia así lo registra; China es en todo monumental.
Un país cuya masa poblacional para esta época ronda los 1.350 millones de habitantes es un peligro para toda la humanidad, o hay quien dirá lo contrario, que es un beneficio por el mercado potencial que genera para la compra y venta de productos. Aun con restricciones del Estado, la reproducción humana se cifra en los datos expuestos, bastante creíbles, que ellos no niegan. Así que vale la pena preguntarse cómo vive esa inmensidad de chinitos y a qué beneficios sociales y económicos apunta su pretensión.
De su clase privilegiada, dividida en estratos de poder y obediencia, se mantiene una fuerte burocracia de partido; nos interesa el resto. Millones de millones de habitantes que conforman el grueso de la población, pobres endémicos que quieren salir a toda costa de aquella condición económica, nuevos ricos sin importar cómo han obtenido los beneficios y la dicha del capitalismo de corte occidental.El dinero es el dinero, hacer dinero es un fin en aquella sociedad, no importan los medios, aunque también hay una estrategia gubernamental para hacer dinero en los países mal administrados y políticamente incapaces, o corruptos.
¿Qué hace posible ese milagro económico? Posiblemente se aplica su experiencia de logros y fracasos milenarios, con una muy bien estudiada teoría y práctica capitalista, sin perder de vista que es una dictadura de partido de corte marxista-capitalista.
Algo debieron revisar con sumo esmero en las coordenadas planetarias… las distintas etnias y culturas, el materialismo como fuente de mercado y progreso científico-tecnológico, la espiritualidad de muchos pueblos, los otros países como proveedores de materia prima constante para su industria, y a su vez como lugares para vender sus productos. Lo más
sutil, quizá, lo que no se ve porque forma parte de una estrategia excelentemente diseñada, es su penetración, control y dominio que poco a poco posicionan y ejercen, nos referimos a su presencia y poder económico, político y militar en expansión, su lugar de imperio en el mundo. Y es que 1.350 millones de personas de un solo país algo tienen que decir.
China se convirtió en una “fábrica de mundo” por su inteligencia y su habilidad de convertir cualquier cosa en algo, desechable, inmediato, basura para otros, pero no para ellos; han sabido sacar provecho de la basura de los otros países y administrarla con visión de país, con una clara conciencia de su pasado, su presente y su futuro de humanidad garantizada, como si ya se percibiera que son el arca universal, el nuevo ombligo del mundo.
Pero no viven solos. El mundo es la estructura geográfica y mental de muchos pueblos que tienen sus fronteras internas y que también quieren beneficios y riquezas; hay además otras ideologías en pugnas de poder.
¿Cuál es el planteamiento de China? Dejar hacer, dejar pasar, pero que no la toquen ni se metan con ella para nada, porque habrá problemas y son la primera potencia demográfica, económica y militar del mundo, el mercado de exportación y el de importación más grande del mundo.
¿Necesita China de los demás? Sí, primero por el sistema de consumismo voraz que esté instalado en otros países, con capacidad adquisitiva de cualquier cosa que ellos producen y venden. Segundo, por la materia prima de lo que sea, ellos la buscan, la explotan en cualquier parte y la compran. Tercero, hacer negocios-inversión, no porque les interese, sino porque “los llaman” y tienen el sentido de la solidaridad con todos los pueblos del mundo, negocios y dinero. No exigen nada, solamente los intereses de mercado mundial más altos, el pago de sus ejecutivos y la garantía de que su inversión esté garantizada. De tontos no tienen nada, y de cuento chino, los demás.