Su estructura es una espiral y así le imprime a la materia una dinámica de desarrollo en espiral ascendente, desde el huevo, el embrión, la niñez, la juventud, la madurez, para luego caer en un círculo de repetición, de estancamiento, y finalmente, en el envejecimiento, la degradación y aparentemente la muerte; este proceso no es finito, es parte de la integral dinámica de la materia, en estructuración y función, es el resultado de la lucha de los contrarios, construcción-deconstrucción, nunca hay muerte, sólo se trata de un eterno cambio.
Así como en los individuos, también en las sociedades se da, hoy, este proceso de las espirales ascendentes, los círculos de estancamiento y las espirales descendentes, en su última etapa; lo sufre la sociedad nacional y mundial, pero se puede construir una nueva sociedad, se puede lograr un verdadero cambio, con la dinámica de la consciencia, participación, organización y movilización de la nueva mayoría de marginados y excluidos.