El OIJ y la violación a la autonomía

El bochornoso acto llevado a cabo por un grupo de agentes del OIJ contra la autonomía universitaria de la Universidad  de Costa Rica, el pasado 12 de abril, solo es comparable con los ataques violentos y brutales que ejercían las dictaduras militares en América Latina en las décadas de los 60 y 70. Y muy […]

El bochornoso acto llevado a cabo por un grupo de agentes del OIJ contra la autonomía universitaria de la Universidad  de Costa Rica, el pasado 12 de abril, solo es comparable con los ataques violentos y brutales que ejercían las dictaduras militares en América Latina en las décadas de los 60 y 70. Y muy recientemente, sospechosamente, con el golpe de Estado en Honduras en junio del 2009.

Amparados en un falso “cumplimiento de deberes”, arremetieron salvajemente en el campus y golpearon a estudiantes, muchos de ellos menores de edad, a profesores y administrativos que les reclamaron, con justa razón, la flagrante violación constitucional de la que goza nuestra gloriosa institución.Hoy declarada “Institución benemérita” de la educación y la cultura costarricense. Estas actitudes salvajes no son casualidades ni errores; esta violencia generalizada se viene dando desde hace unos cuatro años para acá. El joven a quien le quebraron los dientes en Guápiles y lo agredieron brutalmente, al joven que lo mataron disparándole por la espalda también en Guápiles, al joven que mataron acribillándolo a balazos en un carro por la zona de Cartago, a otro  joven que lo persiguieron y le dispararon al ingresar a su residencial hace unos meses. A esto se une, hace unos años,  la muerte de algunos defensores del agro y el campesinado.
Y como también lo hemos denunciado en otros artículos, las formas militarizadas y agresivas que asumen los cuerpos policiales (represivos, más bien) cuando alguna autoridad política llega a una comunidad. ¿No es que somos un país de paz? ¿No es que no tenemos ejército? Razón tiene un personaje de la política nicaragüense cuando nos acusó de que Costa Rica “tenía una policía militarizada”. Uno le pregunta al Gobierno, a los sectores de poder y a los cuerpos represivos del Estado: ¿Cuál es el miedo que sienten para arremeter tan salvaje e ilegalmente contra una población indefensa y educada como lo es la población de la UCR. Sobre todo cuando esta está compuesta por jóvenes adolescentes, incluso muchos y muchas de ellas menores de edad? Supongo que tras esas acciones se aplica aquella antigua filosofía popular que dice: “el que la debe la teme” y por eso buscan la forma de amedrentar a quienes, por miedo e intereses, los perciben como enemigos.

Nadie en la Universidad de Costa Rica intentó defender al que supuestamente cometió un delito. La aguerrida  defensa de los universitarios fue por la autonomía de la Universidad de Costa Rica, plasmada en la misma Constitución Política Costarricense. Ya mancillada de por sí por los mismos cuerpos policiales. Es por eso muy importante que los Medios de Comunicación Social denuncien este atropello a nuestra universidad. Así empezaron los militares en otros países del continente, luego siguieron por invadir y cerrar a los Medios de Comunicación Social y terminaron asesinando periodistas, profesores y estudiantes.  Lo que ahora hicieron los cuerpos policiales contra nuestra Universidad no se debe permitir. Es una forma de probar la vulnerabilidad de nuestra institución. Si los dejamos actuar de esa manera, luego, por intereses políticos y económicos, ingresarán a nuestra institución a sacar a profesores, estudiantes y administrativos con falsos argumentos y medias verdades.  

No hay duda de que todo esto es parte de una filosofía propia de un sector de poder que, con el fin de aplicar sus políticas neoliberales, inmorales e inhumanas, necesitan de cuerpos policiales represivos, violentos y sin ningún respeto por los más sagrados derechos humanos y culturales de nuestra  sociedad.

No nos extraña que algunos abogados constitucionalistas, jefes policiales y hasta un exministro de seguridad que violentó una aguja de peaje, le hayan dado el apoyo a los cuerpos represivos del Estado. De estos señores no podíamos esperar otra cosa. Durante años el sistema les ha dado de comer; por lo tanto su discurso debe estar al servicio de ese sistema represivo y empresarial.

Quienes verdaderamente respetamos la Constitución Política Costarricense, sin otro interés que la institucionalidad jurídica, debemos denunciar al mundo y a toda la sociedad este vergonzoso atropello y abuso de poder. Pero a la vez debemos estar preparados para lo que viene. Al país ha llegado mucho capital “ensangrentado” traído por las oligarquías criollas centroamericanas. Esos capitales los van a defender, al igual como fueron conseguidos, a sangre, dolor y represión.

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