El país mágico

El sistema educativo y la propaganda oficial de la clase feudalo-burguesa (burguesía subdesarrollada: dependiente y enajenada

El sistema educativo y la propaganda oficial de la clase feudalo-burguesa (burguesía subdesarrollada: dependiente y enajenada respecto de los imperios de turno) llevan más de siglo y medio –a partir del magnicidio de Juan Rafael Mora Porras, el General Cañas y sus lugartenientes y soldados- de proclamar al mundo la supuesta excepcionalidad de Costa Rica. Que la “democracia centenaria”, que la “Suiza centroamericana”, que su población caucásica exenta de indios y negros; y ahora, que “ecologista” y “feliz”.

¿De qué nos vanagloriamos? ¿De que por herencia histórica –y hasta hoy- seamos una isla geopolítica y cultural anclada en la cintura de América; de que por dichos y otros factores, a pesar de las frecuentes refriegas políticas internas hasta 1948, el costarricense haya aprendido a valorar la paz; de que el caudillo José Figueres Ferrer, habiendo vencido en el levantamiento armado de 1948, haya entendido que conservar la institución militar podía resultarle contraproducente, lo que lo llevó a proscribir el ejército; de que, por más que los políticos de turno hayan festinado los recursos del pueblo, de los abultadísimos presupuestos que en otros países se destinan a la manutención de la casta militar y sus equipos de destrucción, algo haya quedado para la educación y la salud (valga aclarar que hoy las diferencias entre Costa Rica y el resto de Centroamérica en tales rubros tienden a desaparecer); y, finalmente, de que la prevalencia de una relativa paz social en el concierto de una región que en la segunda mitad del siglo XX estuvo plagada de regímenes fascistas (súmesele la España de Franco) hiciera de Costa Rica un refugio para muchas de las mejores mentes en vastos campos del conocimiento y la cultura, que eran perseguidas en sus países (España, Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, El Salvador, Nicaragua, etc.), pero que aquí pudieron aportar su grano de arena y contribuir con mucho de lo que hoy somos?

El poder es el poder y la clase social que ha desgobernado Costa Rica posee el mérito de haber convencido a muchos –dentro y fuera de nuestras fronteras- de que somos un país cuyo pueblo es “educado” (tal verdad es irrefutable, pero en los términos aquí descritos), “ecologista” (sólo lancemos una mirada alrededor, hacia las cordilleras, a los ríos y a las playas) y “feliz”.

Al parecer, nos hace felices que en el papel tengamos garantías sociales que no se aplican o se ejecutan a medias, como los derechos laborales en gran parte de la empresa privada (persecución sindical, jornadas extenuantes y salarios por debajo del mínimo legal), inseguridad social, educación maltrecha, pensiones de lujo por un lado y de hambre por otro, campesinos sin tierra o a punto de perderla por embargos bancarios, familias en mansiones y otras en tugurios, desempleo e inseguridad alimentaria.

Somos felices mientras nos estafan en los bancos y en el comercio garrotero; gozamos con los servicios municipales que se cobran pero no se prestan, con el seguro que pagamos y que a menudo nos desprecia, con los planes de pensiones a punto de quebrar, con la comida chatarra y los alimentos importados de origen transgénico que nadie conoce y con los altos precios de los pasajes en autobús –incluida la incomodidad de las barras electrónicas, los asientos estrechos y no reclinables en rutas distantes.         Pero, además, nos solazamos viendo cómo las empresas que contrata el MOPT chapean a rape las rondas de carretera, ignorando el daño erosivo que ocasionan en los taludes, mientras que otras construyen espaldones a base de mezcla con cemento que colapsan en cuanto son pisadas por algún vehículo. En las mañanas de verano se aprecia el humo de las tierras que sufrieron una quema nocturna. ¿Y los bomberos?

Cuando en entrevista con CNN un periodista preguntó a un estudioso canadiense, encargado por la ONU de realizar la “encuesta feliz” (Costa Rica superó al resto de países de América Latina y EE.UU. y ocupó el lugar 12 en el mundo), ¿por qué los países latinoamericanos, viviendo tantas limitaciones económicas y socioculturales, aparecen en los primeros lugares del “ranking”?, este contestó –palabras más, palabras menos: existe en la percepción de felicidad de la gente de la Región un factor, desconocido para nosotros y no medido en el estudio, pero que incide en todos los factores medidos (eje transversal, diríamos nosotros), que le llamamos “magia”; dicho factor eleva la valoración de la existencia en los pueblos latinoamericanos.

¡A investigar la magia se ha dicho!

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