Para este año se vislumbra un periodo de cambios y transformaciones; faltando unos pocos meses para la elección de la Rectoría y del representante al Consejo Universitario por el sector administrativo, el panorama no es nada halagador para una gran mayoría de la comunidad universitaria. Seguimos sin tener participación en la elección de puestos importantes dentro de la estructura de poder de esta universidad; este constante rumear de la queja se ha convertido en delirio alucinatorio de la clase trabajadora universitaria. A pesar de esto, mantenemos la esperanza de un cambio de rumbo de las políticas institucionales, un cambio de actitud en las estructuras de poder, personas capaces, inteligentes, con sentido humano, personas tolerantes capaces de visualizar a ese otro diferente, dejar la prepotencia, la intolerancia y los delirios de poder y riqueza. Necesitamos y queremos una Universidad pública e inclusiva democrática, en donde estudiantes, académicos y administrativos tengamos los mismos derechos; esto aunque refiera a la cotidiana retórica del día a día de los políticos de turno de “ser candil en la calle y oscuridad en la casa”.
En el campo de la salud mental y física la atrofia es aun más evidente; cito como ejemplo el grupo de AyA (Alcohólicos Anónimos) de la UCR; este por iniciativa propia de un grupo de compañeros de la Seccional de Mantenimiento y con la ayuda del SINDEU se volvió a reactivar después de largos años de su desaparición; sin embargo, en la actualidad y a pesar de innumerables solicitudes a altos jerarcas de la administración pidiendo un espacio para celebrar las reuniones tan necesarias dentro de la dinámica terapéutica de abstinencia en personas enfermas por alcoholismo y drogadicción, no se cuenta con este espacio.Pienso que esa apatía y desinterés de estas personas refiere a una carencia de planta física y no a un mecanismo perverso de control y poder, dado que existe un sinnúmero de casos de despido y suspensiones en la Junta de Relaciones Laborales por problemas de alcoholismo, y esta simple medida sería de gran ayuda para el bienestar y salud de compañeros con esta problemática.
Otro ejemplo notorio es el abandono de las instalaciones del centro vacacional de playa Bejuco, el cual permanece en el limbo a vista y paciencia de las autoridades y al igual que tiempo atrás no despierta el más mínimo interés en las personas encargadas del bienestar y la salud de sus trabajadores; lo más triste es no tener ni la más remota esperanza de poseer un centro de esparcimiento y diversión para el proletariado universitario.
Sin duda, la persona idónea para ocupar la Rectoría debe tener en su mente a toda esta población universitaria que por años ha sido y sigue siendo excluida y alienada de la toma de decisiones y del poder de decisión y votación por la Rectoría y de sus necesidades más inmediatas.
El perfil de la persona idónea para ocupar el cargo de Rectoría debe enmarcarse dentro de los parámetros de la formación humanista de las ciencias sociales, capaz de visualizar una Universidad más inclusiva y democrática, con un alto sentido de pertenecía institucional, conocedor del acoso laboral y las injusticias que se cometen día a día en esta Universidad, capaz de terminar con los despidos injustificados de jefes prepotentes aliados a camarillas de esbirros sedientos de poder, iluminados del discurso patriarcal que tienen sueños alucinantes de grandeza y poder que convierten esta Universidad en feudos dictatoriales.
Por último, haciendo gala de esta verborrea catártica y en espera de que no se cumpla la profecía del patriarca en referencia a los pobres… “porque éstos estarán siempre tan jodidos que el día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo». (El Otoño del Patriarca, García Márquez) Mantengo la fe y la esperanza que en un futuro no muy lejano el proletariado universitario tenga el derecho a elegir a su rector o rectora.