El Salvador: la victoria electoral del FMLN

El triunfo de un partido de izquierda genuina, por primera vez en la historia, en una elección presidencial, es una prueba para el proceso

Los recientes triunfos electorales del FMLN, en El Salvador, completan un ciclo histórico que comenzó con la firma de los Acuerdos de Paz en enero de 1992.

El triunfo de un partido de izquierda genuina, por primera vez en la historia, en una elección presidencial, es una prueba para el proceso de consolidación de la democracia  que vive El Salvador, después de una larga marcha de luchas desde los días de la independencia a principios del sigloXIX.

Cuando se firmaron los Acuerdos de Paz, en el  Castillo de Chapultepec, México,  uno de los firmantes, el entonces presidente Alfredo Cristiani dijo claramente, en su discurso oficial, que los Acuerdos firmados ese día ponían fin a un conflicto armado que tenía profundas raíces  sociales, económicas y culturales.

El reconocimiento era asombroso porque, por primera vez, un alto representante de la derecha le reconocía raíces internas y profundas al problema, más allá de echarle la culpa al comunismo internacional.

En los primeros años después de la independencia, a principios del Siglo XIX, y como herencia de una colonia que fomentaba la explotación de los indígenas y los campesinos, incluso bajo formas de esclavitud como la llamada “encomienda”, El Salvador inició la construcción y consolidación de un modelo oligárquico que descansaba en la exclusión social y privación de derechos para las grandes mayorías,  en la explotación económica sin prestaciones sociales para los trabajadores y en la represión a los ciudadanos cuando estos deseaban hacer valer sus derechos primordiales.

Ese es el modelo que se buscó sustituir, por la vía del diálogo democrático y de la concertación de esfuerzos para el desarrollo integral, con la firma de los Acuerdos de Paz de enero de 1992.

Los últimos 17 años en El Salvador cubren  un período comenzado con la firma de los Acuerdos de Paz, en 1992,  y concluido con el triunfo electoral del FMLN en 2009.  Este par de hechos históricos es precedido por otros que se encadenan para explicar y entender la nueva etapa que se abre en El Salvador, con esperanzas e incertidumbres.

Antes de los Acuerdos hubo una cruenta guerra, con raíces internas pero alimentadas por la guerra fría. La guerra fue concluida por medio de una solución política negociada y con la mediación de Naciones Unidas.

La guerra fue una acción que podría calificarse de legítima defensa. Fue una reacción popular ante un régimen represivo que excluía socialmente, reprimía políticamente, explotaba económicamente y corrompía moralmente.

Dicho régimen se configuró después  de la independencia en 1821 y cobró fuerza a fines de la década de los 1880  cuando el gobierno expropió tierras comunales para entregarlas a los cultivadores  y exportadores de café que necesitaban expandirse e insertar la economía salvadoreña en el comercio mundial.

La expropiación requirió represión, control social, violencia estatal, ya sea para prevenir o reprimir protestas sociales. Y se abrió un ciclo que, coronado por la crisis mundial del capitalismo y el naciente movimiento internacional influido por la Unión Soviética, dio paso a la rebelión, y consiguiente masacre, de 1932.

Con esa masacre dio comienzo una dictadura militar que duró hasta 1979. La dictadura era colectiva y renuente a los caudillos absolutos; pero se alineaba con los Estados Unidos y recibía contribuciones de los grandes terratenientes, industriales y banqueros y las bendiciones de una iglesia católica que aún no había sido transformada por el Concilio Vaticano II, convocado en 1959 por el Papa Juan XXIII.

La dictadura militar en El Salvador se debilitó por factores internos (movilización popular creciente)  y externos (revolución cubana y movimientos conexos) y no pudo controlar la rebelión organizada, revolucionaria y armada. Las primeras guerrillas izquierdistas  surgieron en 1970, acumularon experiencia y apoyo popular y recibieron apoyo internacional enorme, principalmente de los países socialistas.

La dictadura salvadoreña, entre arrogante y atolondrada, reaccionó con más represión y fraudes electorales en 1972 y 1977.  Estalló la guerra interna en 1981. Esos son los hechos históricos que, encadenados, explican El Salvador actual y el momento político signado por el triunfo electoral del FMLN en enero y marzo de 2009, cuando se abre un período inédito en esa larga marcha de El Salvador por lograr y consolidar la democracia.

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