Hoy, con su aplastante poder económico, la alianza del capital transnacional con la oligarquía, tienen secuestrado al Estado y todos sus poderes, además, establecieron una dictadura mediática, que impone sus puntos de vista, su ideología y su cultura.
Han creado una élite burocrática, bien pagada, sumisa, cancerbera de sus intereses, con un sistema corrupto, clientelista, que sostiene una pseudodemocracia y pseudosindicalismo.
Así, ejerciendo el poder económico, político y mediático, impiden el desarrollo de las organizaciones políticas y sindicales que luchen con bases científicas y lealtad con el pueblo, para enfrentar las causas de los problemas económicos, políticos y sociales de nuestro país.
(II parte)
El capital transnacional ha logrado poner en competencia, a las oligarquías de los países periféricos, para ver cuáles venden más barato su país, todo a cambio de sus inversiones y “premios” a la oligarquía, pero exigen que la Nación, su pueblo, de su propio bolsillo, financien la infraestructura que necesitan para sus negocios, preparen la mano de obra de acuerdo con sus requerimientos, les entreguen el agua gratis , les suministren la electricidad a mitad de precio, le eximan de impuestos y de la protección al medio ambiente, y si es posible, les aprueben otras gollerías, no olvidar la flexibilización laboral y los bajos salarios para ser competitivos, nunca pensar en tocar sus ganancias, ni su derecho de exportación de capitales; además, en la práctica, la imposibilidad de la organización de las y los trabajadores en sindicatos, aunque esto burle la constitución y la leyes, dejando sin efecto las convenciones colectivas de trabajo y el derecho a la huelga, por lo cual, los salarios siempre estarán lejos de la justicia, muy por debajo de la riqueza creada por su producción y productividad.
El sistema capitalista, mediante la enajenación de la clase trabajadora, logra que el trabajo para crear y desarrollar su familia no sea apagado, y, a través de su esquema hegemónico e injusto, impone esta carga a la mujer, los niños y los ancianos, que es la reproducción de la mano obra para el capitalismo. Las y los trabajadores deben liberarse de la enajenación que sufren, y exigir que en el cálculo de sus salarios se incluya el costo del trabajo familiar, es decir, el reconocimiento de un salario familiar.
Por todos los mecanismos descritos, se produce la ganancia y reproducción ampliada del capital, que va a parar a las cajas fuertes del capital transnacional y de las oligarquías criollas; esta es la causa de la desigualdad económica, política y social, y de que el Estado, y sus instituciones estén cautivas por esta alianza, y de aquí se deriva que los salarios son mezquinos, no alcanzan para que los trabajadores cubran sus necesidades básicas y vivan con dignidad; así tampoco la Nación cuenta con los recursos suficientes para la educación pública, la salud, la seguridad, la vivienda, los servicios de calidad y accesibles, la protección de nuestro medio ambiente.
Hoy la alianza del capital transnacional con la oligarquía está en crisis; antes de que se agrave más y los sufrimientos de nuestro pueblo sean mayores, tenemos la obligación de analizar, hacer conciencia, organizarnos y movilizarnos por un cambio justo y verdadero.