El vocablo raza se refiere estrictamente a características físicas distintas entre seres humanos. Un hombre de color negro y un hombre de ojos rasgados son diferentes físicamente, pero en cuanto son hombres o seres humanos son lo mismo, pero no iguales.
Las diferencias se dan sobre todo en los diferentes sentimientos que se expresan, las diferentes maneras de pensar, los diferentes talentos de cada uno y la realización de sueños o ideales. Lo racial es una característica física, no una esencia humana como lo son los sentimientos, la inteligencia, los talentos y los sueños.
Lo racial no debe confundirse con lo cultural. El gran director de cine Steven Spielberg ha adoptado niños vietnamitas y negros. Goza de una familia muy feliz. Spielberg es judío.
Es muy posible que sea de los judíos que piensan que el judaísmo es una cultura, una visión del mundo, no una raza, como piensa también el profundo director judío estoico Norman Jewison. En su excelente película titulada “El color púrpura”, el planteamiento que hace Spielberg es cultural, no racial.
Definir lo humano es una tarea muy difícil; no obstante, vamos a hacer un breve intento que esperamos no sea fallido. Nos apoyamos en el lúcido filósofo René Descartes. Dice Descartes: “Yo soy un ser que piensa, o sea, siente, ama, odia…”. Lo que dice Descartes sobre sí mismo es general, común, válido universalmente. Todos los hombres sentimos, pensamos, amamos, odiamos.
El genial filósofo anda detrás de la definición de lo humano. Pensar y sentir son funciones mentales que se expresan físicamente. Descartes no utiliza el vocablo mente, pero sí los vocablos espíritu, alma o razón. Descartes es dualista: espíritu–cuerpo.
Se define lo humano espiritualmente, es decir, el hombre es un ser que piensa y tiene sentimientos. El amor y el odio, por ejemplo, son sentimientos que se expresan físicamente, no son células biológicas. Las neuronas y lo físico en general son el medio o vehículo que utiliza el espíritu, mente o alma, para expresarse. Las anteriores formulaciones son sobre nuestra verdadera identidad. Parece que nadie ve el espíritu, pero es la reflexión y la sabiduría las que le dicen a Descartes que sí existe.
El pensamiento y los sentimientos son universales: están en todos los hombres. El amor está, de alguna manera, en todos los individuos, en sus espíritus o almas. Pero también está el odio y el egoísmo, aunque en muchas personas por dicha que solo a nivel inconsciente.
Esperamos que las anteriores reflexiones nos ayuden a comprender qué es lo humano y qué lo racial. Quien ve solo lo racial, no está viendo el interior, el espíritu o alma. Es un nivel superficial de aproximación. Una visión del mundo general, común, válida universalmente, debe estar enraizada en lo que definimos como humano.