En defensa de los delfines de la isla del Caño

Más de siete millones de delfines murieron desde los años 50 por la pesca de atún en el Pacífico Oriental Tropical, debido al uso

Más de siete millones de delfines murieron desde los años 50 por la pesca de atún en el Pacífico Oriental Tropical, debido al uso de las redes de cerco para rodear a las manadas de delfines, pues debajo de ellas nadan gigantescos bancos de atún. En aguas costarricenses la depredación continúa.

Entre las fascinantes historias mágicas sobre el mar contadas en los años 70, pescadores atuneros relataban a los chiquillos la leyenda de “los intocables”, delfines que habían aprendido a escapar de los barcos atuneros. Ellos narraban, mientras escuchábamos sorprendidos con los ojos brillantes, que seguirlos y cercarlos era una ardua tarea y si lo conseguían también atrapaban a los enormes atunes que viajaban debajo de ellos.  En los años 80 la historia fue diferente y triste: “los intocables” ya no podían escapar de los avances tecnológicos ni de los explosivos que helicópteros lanzaban al mar, y siguen arrojando, para atemorizarlos y llevarlos a las redes donde son atrapados.

Hoy se sabe que aquellos intocables son la especie Stenella longirostris subespecie centroamericana o delfín tornillo costarricense (nombre dado por la forma como rota su cuerpo en el aire mientras hace su salto sobre el agua), que habita principalmente al oeste de la isla del Caño, en la zona sur de Costa Rica.

El destino trágico de “los intocables” comenzó a cambiar en los años 90, con la fundación del Proyecto de Mamíferos Marinos del Earth Island Institute (EEI), creado en conjunto con la industria atunera estadounidense, para cumplir con una enmienda a la Ley de Protección a los Mamíferos Marinos. Así nació el concepto “Dolphin Safe”, que garantiza a los consumidores de atún que ese alimento no ha sido capturado con las técnicas de cerco o persecución de  mamíferos marinos.

La creación del sello “Dolphin safe” causó que los pescadores de atún en el Pacífico americano cambiaran su forma de pesca y empezaran a faenar sobre cardúmenes de atún u objetos flotantes, sin relación con delfines.  La mortalidad de delfines desde 1990 se ha reducido en 98%. Ahora prácticamente solo barcos mexicanos, algunos venezolanos y colombianos, siguen pescando atún sobre delfines. La norma “Dolphin Safe” ha sido adoptada en más de un 90% de la industria mundial de atún y su base es la confianza del consumidor en ese sello.

Sin embargo, la depredación persiste en aguas de Costa Rica. El EII ha advertido su preocupación por el daño que causan barcos atuneros a la población de delfines tornillo costarricenses (Stenella longirostris s.i. centroamericana) en la zona de mar abierto, al oeste de la isla del Caño. El EEI, con información documentada, confirma el clamor de habitantes del sur de Costa Rica acerca de la operación de barcos atuneros y actividades irregulares de embarcaciones en el mar territorial.

El Gobierno costarricense ha propuesto limitar el acceso de barcos cerqueros atuneros, a no menos de 60 millas del litoral pacífico por seis años; al EII nos parece que la propuesta debe ir más allá en relación con los delfines tornillo costarricenses: proponemos que se cierre toda operación de pesca de cerco, en un área marina de aproximadamente 5.170 millas2 (13.477 km2), que corre a partir de Jacó hacia el sur (sobre el paralelo 84°40′ oeste), hasta unirse al meridiano 8º norte (que corre de punta Burica hacia el oeste). La iniciativa se justifica en la necesidad de proteger a un mamífero marino sin interés comercial, una subespecie notable y única, que en el pasado fue sometida a una cacería inmisericorde, por solo el hecho de que los atunes la siguen para buscar alimento. Esta es una cacería tan cruel como el aleteo de tiburón y evitar que ocurra es una labor que debe ser acogida por el Ministerio del Ambiente.

El Pacífico americano tiene lugares mágicos: las Galápagos, las islas Hawaii, el mar de Cortés, la isla de Pascua, el núcleo del Domo Térmico de Costa Rica, la isla del Coco y el hábitat de los delfines tornillo costarricenses al oeste de la isla del Caño.  Costa Rica tiene entonces tres sitios excepcionales en el casi infinito océano Pacífico.

Los delfines tornillo costarricenses habitan en mar abierto y es necesario conocer su estado actual, el comportamiento de las manadas y la interacción con el ecosistema, entre muchos otros temas. Esta es una labor titánica que requiere un presupuesto prohibitivo para la realidad actual del país. Por eso es imperativo resguardar el sitio y honrar el privilegio de conservar ese recurso y su conocimiento, para el disfrute de las futuras generaciones.

Los delfines tornillo sufrieron la depredación y la norma Dolphin Safe los ha protegido, pero garantizar su seguridad requiere la creación de una zona protegida sin presencia de barcos atuneros. Solo así defenderemos por siempre a los intocables de la Isla del Caño.

 

 

 

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