El historiador Assa Briggs referido por IW Sherman en su libro “Tha power of plagues” dice: “las plagas en la historia de la humanidad han sido han serie de eventos, enfermedades, historias de descubrimientos, reacciones, conflictos y soluciones. Han puesto a prueba la eficacia y la resiliencia de las estructuras y han expuesto sin descanso las deficiencias políticas, sociales y morales y han dado origen a rumores, sospechas y conflictos en ocasiones violentos”. Y a teorías conspirativas agrego yo.
El ébola es un virus que fue descrito por primera vez en seres humanos en 1976, en la cuenca del río Ébola en Zaire, una remota región de este país, actual República Democrática del Congo. Desde entonces se han descrito aproximadamente 33 brotes de esta enfermedad en humanos y primates, principalmente en África. Este virus pertenece a una familia de virus, los filovirus, que producen las llamadas fiebres hemorrágicas que como la palabra lo dice, los principales síntomas y signos son la fiebre y las hemorragias, con una alta letalidad.Se han identificado cinco subespecies del virus del Ébola. Cuatro de las cinco han causado enfermedades en seres humanos: el virus del Ébola (Ébola-Zaire); el virus de Sudán (Ébola-Sudán); el virus del Bosque Tai (Ébola-Tai Forest, llamado anteriormente Ébola-Costa de Marfil); y el virus de Bundibugyo (Ébola Bundibugyo). La quinta, el virus de Reston, ha producido la enfermedad en primates no humanos, pero no en los seres humanos. La actual epidemia en África occidental es producida por el subtipo Zaire. Este virus altamente mortal (50-90% de las personas afectadas fallecen) se transmite entre seres humanos, por el contacto con las secreciones de personas enfermas a través de la piel lesionada o las mucosas y por contacto con primates no humanos infectados. Se ha demostrado que en la forma silvestre, los murciélagos no hematófagos, el consumo de carne de cerdos salvajes, monos, y antílopes, pueden ser fuente de contagios de esta enfermedad para los humanos. No se ha demostrado que las mascotas (perros, gatos, aves, etc) lo trasmitan al ser humano. La actual epidemia que se inició en África Occidental a finales del 2013 ha causado gran alarma en el mundo, más por la aparición de algunos casos en personal sanitario que atendió a enfermos en hospitales de España y Estados Unidos, que por la tragedia que esto ha significado para la población de esos países africanos en el transcurso de este 2014.
Al igual que la epidemia del sida en los años 80 y 90 y la pandemia de la influenza por el virus H1N1, dos eventos recientes, gran cantidad de elucubraciones y en ocasiones opiniones irresponsables han sido publicadas en las redes sociales, a raíz de esta epidemia del ébola. Realmente es un virus que desde el punto de vista evolutivo es poco exitoso, ya que mata a su hospedero, el lugar donde se desarrolla y sobrevive. Es decir, está poco adaptado a sus hospederos. Pero es muy contagioso y en ese sentido nos recuerda al virus del sarampión; pero, a diferencia del VIH y de los virus de la influenza, su transmisibilidad no es tan efectiva: la persona debe ponerse en contacto directo con secreciones de pacientes enfermos para infectarse.
El VIH se adquiere fundamentalmente, como sabemos, por medio de las relaciones sexuales, por contacto con las secreciones seminales o vaginales de personas infectadas; además las personas infectadas pueden pasar años excretando los virus sin tener algún síntoma, lo que lo ha hecho muy difícil de controlar. La gripe o influenza fácilmente se transmite por las secreciones del tracto respiratorio. El virus del ébola se ha demostrado en el semen de los pacientes afectados hasta 2 meses después de la infección aguda, lo cual podría constituirse en otro mecanismo de transmisión, pero a diferencia del VIH, los pacientes están tan enfermos que no van a tener relaciones sexuales; además, solo una pequeña minoría ha sobrevivido tanto tiempo.
Como decíamos al principio, esta epidemia de ébola ha puesto a prueba todas nuestras instituciones, incluyendo las sanitarias. Solo conociendo esta patología con educación e información objetiva, la podremos enfrentar. Recordemos las experiencias del VIH/sida y la pandemia de la influenza H1N1. No caigamos en la tentación de creer en las teorías conspirativas; eso no nos conduce a nada bueno.