El llamado de las estrellas. En Costa Rica ya tenemos las condiciones idóneas para lanzarnos a un programa de ciencias espaciales. Aun más: le propuse a la Universidad de Costa Rica la creación de una carrera que la englobe. La oferta académica universitaria tiene que ir acorde con la época en que nos movemos al desarrollo integral de la nación.
En 14 de enero del 2009 les escribí una carta a la Sra. Yamileth González, entonces Rectora, y a la Sra. Ivonne Robles, entonces directora del Consejo Universitario, según transcribo:“Respetuosamente, en varias ocasiones he insistido en que nuestra Universidad de Costa Rica debe crear una Escuela de Ciencias Espaciales, la cual está de sobra justificada para los tiempos actuales en nuestro país. Debemos marcar el paso de vanguardia y darle la debida importancia a esta propuesta. Así mismo, la Universidad debe contar ya con un observatorio astronómico, y con al menos un telescopio profesional. Yo converso con estudiantes en mis cursos regulares y escucho necesidades que nuestra sociedad y nuestras instituciones no satisfacen, de acuerdo al milenio y a sus expectativas de desarrollo. No es suficiente con unos profesores o aficionados que se reúnen a tertuliar, se requiere un proceso académico y científico formal y su proyección dentro de una estructura con planes y programas generales y específicos. La Escuela de Ciencias Espaciales es una necesidad y nuestro país, nuestra gente y nuestra Universidad recibirán grandes beneficios y será orgullo a perpetuidad”.
He aquí un espacio de pensar, actuar y crear en grande. Es una oportunidad de oro para las nuevas generaciones, vivir el futuro en el presente, progresar más a partir de nuestros sueños, producir en una industria que nos amplíe el espectro de economía de supervivencia crónico que cargamos como si fuera una cadena que no se puede romper, y lanzarnos a otra fuente generadora de conocimiento, empleos y productos de vanguardia.
No se justifica que un pueblo que se dice educado (que se dice a sí mismo), no levante la mirada y la enfoque hasta la última de las estrellas y se lance a conquistarlas una a una. Como pueblo habremos de sufrir derrotas trágicas propias de la empresa, pero también laureles de triunfo. Las medallas de admiración y orgullo hay que ganárselas con trabajo y objetivos claros. No se obtiene nada en la modorra de los cafecitos inocuos de sodas U.
Tenemos un llamado natural a conquistar el espacio exterior del planeta, a establecer nuestras colonias espaciales y abrir mercados para nuestro producto humano y sus derivados culturales, ¿qué estamos esperando? Nadie da nada gratis, somos nosotros los que tenemos la obligación de no esperar más, de planear la agenda del futuro ahora, porque el futuro es ya, es el presente de cómo nos veríamos mañana, pero es el hoy bien diseñado el que nos pondrá a caminar en la calzada de los que marchan adelante.
Con fecha 11 de febrero del 2009, carta VD-408-2009, la Sra. Libia Herrero, entonces Vicerrectora de Docencia, me contestó:
“En atención a la nota que dirigió a la señora Rectora, Dra. Yamileth González, referente a la idea de crear la Escuela de Ciencias Espaciales: se ha procedido a la integración de una comisión para que elaboren una propuesta al respecto”.
Han pasado cinco años y tres meses. Cinco años y tres meses es demasiado. ¿Existe la Comisión? ¿Entregó una propuesta concreta? La pregunta es ¿en qué punto está el asunto que aquí traemos a la luz pública?
Hoy es nuestro tiempo. Asuntos a tratar en el tiempo, espacio, circunstancia y condición humana; si todo fuera dialogar en un teatro de operaciones nos quedaríamos con diálogos sin acción.
Este proyecto tiene que surgir de un contexto local costarricense inmediato y de un sueño mayor que anida en el corazón de la Humanidad, las preguntas fundamentales, salir al espacio exterior y romper todos los límites de los diversos horizontes de sucesos extraplanetarios. El futuro es Costa Rica y no podemos quedarnos rezagados.