Como estudiante de la Universidad de Costa Rica, concuerdo en que la educación no debe verse afectada en tiempos de crisis, más bien, dentro de cualquier rubro que pueda considerarse pilar para la inversión social, es este sector el que más beneficio debe recibir.
Pero la forma que tienen algunos líderes de sindicatos y de las distintas federaciones de estudiantes de las principales universidades estatales dista mucho de lo que realmente deben ser los ejemplos de nuestras universidades públicas en torno a la polémica que ha generado la negociación del nuevo Fondo Especial para la Educación Superior (FEES). Más que ir en busca de soluciones solidarias, algunas de sus palabras parecen iniciar una lucha en contra del gobierno instando a las marchas y al paro, paliativo al que han recurrido en el pasado estas agrupaciones, cuando no se encuentran formas más acertadas para conseguir soluciones, y no simplemente, en exigir y exigir como si el Estado fuese una dulcería donde cada caramelo es gratis.
Esto sin afán de defender a un gobierno, al que obviamente hay mucho que reprocharle y sin menoscabar el gran trabajo que estas agrupaciones realizan en pos de la defensa de nuestros derechos constitucionales más básicos, no es por medio de la presión, sino a través del dialogo mensurado y serio por donde se lograran soluciones a largo plazo, no cortoplacistas, las cuales, como buenos “ticos” estamos acostumbrados a recurrir, calmantes y no curas, que vienen a dar respuestas temporales en tiempos de crisis, cuando estas decisiones requieren de un consensó más que de una lucha pugilística por ver quién es el más fuerte, o quien ejerce mayor presión.
Las universidades son el claro termómetro de nuestra problemática social, ellas son la esperanza y el aliciente que nos hace pensar en una mejor Costa Rica a futuro. ¿Pero es así como realmente deseamos verla? Sumida en una confrontación social por ver quién puja mas para conseguir sus objetivos, como si Estado y universidad fueran enemigos, no es más bien en la tolerancia y en presentar ideas y posiciones claras, más que afirmaciones efusivas provocadas por el momento, lo que necesita leer y escuchar este pueblo, cansado de ver cómo los y las estudiantes de las universidades públicas se lanzan a las calles, con sus rostros cubiertos (no todos), causando disturbios y lamentablemente, tomando como excusa la defensa de sus derechos para pisotear los de otros que no opinan o piensan de la misma forma, sin afán de insinuar que esto es lo que aquí se esté promulgando, más en el pasado está el claro recordatorio de que estas convocatorias (si se diera) se prestan para este tipo de sucesos.
Implícito en la polémica del FEES, se encuentra un problema que va más allá de la posibilidad de una reducción del presupuesto para la educación, como se dijo en su momento, o de un vaticinado inicio tortuoso para la negociación; entre líneas se puede leer la forma en que algunos líderes presentan su definición de “negociación” (en alusión a un artículo “CONARE y gobierno iniciaran negociación del nuevo FEES”) , tergiversando el concepto y convirtiéndole en una declaración de guerra condicionada, a la espera de lanzar un llamado para movilizar a las calles a los y las estudiantes sino se llegan a acuerdos satisfactorios, a expensas de lo que muchos consideramos como la forma no adecuada para lograr soluciones duraderas.
No obstante, no se pierde la esperanza de que estas vías no lleguen a usarse, logrando encontrar caminos como los que también se mencionan en el artículo, que conduzcan a un dialogo el cual permita sentar bases firmes, donde el gobierno tanto como las universidades puedan aplicar el “Ganar-Ganar”, con estudiantes aportando ideas y con un estado que adopte una posición ecuánime para recibirlas.
Representantes sindicales y presidentes de las federaciones de estudiantes, es importante no actuar con premura, sino más bien, exhortar la comunicación abierta y pacífica, y dejar de lado las marchas en las calles, para reunirse y definir propuestas claras de cómo es posible mantener y aumentar el Fondo Especial para la Educación Superior.
La verdadera lucha por una mejor educación se encuentran en la mesa de negociación, no en las calles.