Falsa celebración de independencia

El 15 de septiembre de 1821 Guatemala se independizó de España, según su acta de independencia. Costa Rica quedó en libertad y desligada naturalmente

El Ministerio de Educación Pública de Costa Rica, de ahí el nombre, es el rector de los contenidos de la enseñanza de los estudios sociales y formación  cívica que se imparte en preescolar, primaria y secundaria, así como todos los actos afines y efemérides que concurren en esa dirección en todo el país.

El 15 de septiembre de 1821 Guatemala se independizó de España, según su acta de independencia. Costa Rica quedó en libertad y desligada naturalmente de aquel imperio colonial; tenía que tomar su propia decisión, basada en la idea de representación política usada y legitimada en esa antigüedad, la cual vino a concretar en su Acta de Independencia del 29 de octubre de 1821 (Archivo Nacional de Costa Rica), celebrada en el Ayuntamiento de Cartago (no Gobernación de Costa Rica), todo con tiempo previo y espacio libre de consulta que tuvieron los delegados de los otros ayuntamientos, los cuales fueron convocados expresamente para tomar los acuerdos que consideraran mejor, según aquellas circunstancias jurídico-históricas. Artículo primero: “Que se publique, proclame y jure solemnemente el jueves 1º de noviembre la independencia  absoluta del gobierno español”. El historiador y abogado Hernán G. Peralta, señala contundente que: – “Esta manifestación fue conjunta, clara e irreversible. Ni entonces ni después hubo disidentes. Se trataba fundamentalmente, únicamente, de la independencia respecto de España, ya que ese era el episodio político del Continente. Lo que vino luego: tendencias integradoras o mantenedoras de términos o jurisdicciones coloniales, agrupaciones o corrientes desintegradoras o secesionistas, fueron una consecuencia de lo acontecido pero ya sin conexión con la Independencia consumada y conformaron un fenómeno típicamente americano, una disidencia orgánica y humana, sin que la separación de Costa Rica y España hubiera perdido su condición histórica localizada y aborigen, que hubo de condensarse en derecho en la inmediata tensión constituyente, de la que a su tiempo se desprendería como sustancia propia un ordenamiento constitucional que hoy cuenta con casi un siglo y medio de observancia”. Casi dos al 2009. Entonces, ¿por qué el Ministro de Educación y su Asesor Nacional para Estudios Sociales, insisten en celebrar el 15 de setiembre como la fecha de independencia de Costa Rica de España, si es otra?
El historiador Francisco Enríquez nos da una curiosa respuesta cuando nos dice que: – “Por otra parte la celebración a nivel centroamericano de esa fecha tiene que buscarla en la Constitución Federal y en los decretos que al respecto emitió la República Federal y se aprobaron en los distintos Estados Centroamericanos. La independencia se declaró el 15 de setiembre en Guatemala porque era la capital del reino o Capitanía General y el resto éramos provincias de la misma”.  El error de la afirmación anterior es evidente porque el hecho histórico consumado registra que para ese entonces ya Costa Rica había declarado y ejecutado con determinación su propia independencia de España.
El historiador David Díaz Arias, dice: – “El Congreso Federal, una vez organizado, se encargó de brindarle un espacio legal a la fiesta de la independencia, tratando de adjudicarle un carácter centroamericano, aun a pesar de que aquel día la jura propuesta era la de Guatemala y no la del istmo. El 11 de julio de 1823, ´los Representantes de las Provincias Unidas del Centro de América´, reunidos en Guatemala hicieron constancia de la adopción de la fecha por parte de los otros países de la región al evocar el Acta del 15 de setiembre de 1821 como ´memorable´ y jurada por la ´mayoría de pueblos de este basto territorio´ al tiempo en que firmaban la independencia absoluta de España”. (11 julio 1823.sic)

Celebramos un error histórico que no es digno de Costa Rica ni del patrimonio que nos heredaron los verdaderos “Padres de nuestra Patria”; no se ha querido rectificar porque se sigue repitiendo la historia oficial que responde a los intereses de una élite de poder, la cual se reparte puestos ministeriales como  botín político cada cuatro años. Nuestra Constitución Política nos garantiza el derecho a la educación, pero no solo a la que enseña a leer y a escribir, o tener un oficio, sino la de conocer y vivir la verdad histórica que se le niega a los costarricenses actuales, a los estudiantes y a nuestros hijos futuros. Semejante proceder quiere justificarse en teorías de “dependencia” recientes, donde uno no es uno sino otro, donde nuestros actos no son nuestros sino de la colectividad. Ese relativismo no calza en el contexto en que se dieron los hechos de nuestra independencia de España en 1821. México tuvo una confusión terrible, histórica entre el Acta de Chilpancingo y el Plan de Iguala; esto provocó que durante muchos años se tomara el segundo como el acta de su independencia. Solo que México tuvo las agallas de corregir su propio error. Eso es lo que se esperaría del Ministro de Educación de Costa Rica cuando se le han señalado documentos y pruebas, no con majaderías sino con hechos sustentados.
El historiador Rafael Obregón Loría, refiriéndose a este acto llevado a cabo en Guatemala, apunta que “El 1º de julio de 1823 la Asamblea expidió el célebre decreto que ha sido llamado de independencia absoluta, el cual dice  en una de sus partes: -Las expresadas provincias, representadas en esta Asamblea, son libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquiera otra potencia, así del antiguo como del nuevo mundo; y no son, ni deben ser el patrimonio de persona ni familia alguna-. (1º julio 1823.sic) Ya hemos visto que desde el 29 de octubre de 1821 Costa Rica había declarado su independencia absoluta de España; también acordó que se uniría al Imperio Mejicano de Iturbide y se regiría por sus leyes. Pero nunca se adhirió, nunca juró dicha unión, tampoco se rigió por su constitución. Todo lo contrario, condicionó su ingreso con autonomía y así lo hizo saber, pero no le llegó respuesta. Iturbide fue derrocado y aquel compromiso inicial dejó de tener validez, si es que alguna vez lo tuvo. Obregón estudió el “célebre decreto” y dio marcha atrás en su afirmación.
Guatemala se independizó de España, a la carrera (como lo demuestran los documentos históricos bien analizados y entendidos), en un Cabildo que nunca fue cuestionado. Costa Rica de manera similar convocó su Cabildo Abierto, solo que sus componentes sociales, a pesar de las diferencias, tuvieron malicia y sentido común para no ser arrastrados por la emoción desequilibrada producto de las circunstancias, de tal manera que supieron ir paso a paso en procura de madurar un gobierno legítimo que les perteneciera desde adentro. De aquellos sucesos somos hijos como costarricenses y no de ningún país ficticio llamado “Centroamérica”.  
Ninguna ley, decreto, unión temporal, virtual, o imaginario de festividad creado posterior al 29 de octubre de 1821, puede sustituir dicha fecha como la que nos separó definitivamente de España, voluntad histórico-jurídica expresada cuando no había Ministerio de Educación.

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