Fatalismo igualitarista: la ideología al revés

Es harto recurrente en la historiografía de la Costa Rica de los años 1970 hacia atrás, calificar a nuestro país como la arcadia de Centroamérica

Es harto recurrente en la historiografía de la Costa Rica de los años 1970 hacia atrás, calificar a nuestro país como la arcadia de Centroamérica desde su conformación en República. La insistencia de una democracia fundamentada en una apreciable redistribución de la riqueza, de la producción y parcialmente del ingreso, en donde todos eran igualiticos, fue de tal naturaleza en la educación primaria, secundaria, e incluso en la universitaria, que hasta uno mismo se felicitaba de los antepasados.

La pintura del igualitarismo, así como la literatura y la historia “contestataria” (ya más científica, por documentada) me hicieron ver la Costa Rica que habitaba cuando con mi familia vivíamos en Palmares. Peones descalzos, sin dientes, con chiquillos/as panzones de lombrices, con una salud pública deficiente, y todos/as de rodillas rezando el “santo rosario” diario, golpeando su pecho a puño cerrado, pidiéndole a Dios que cambiara su suerte.   En otras palabras, se me rompió la arcadia en mil pedazos.

¿Por qué todo este cuento? Pues muy simple. Leí una columna de un querido y respetado amigo en el diario La Nación, relacionada con “El enigma del malestar de los ticos y ticas”, coincidiendo plenamente con su escrito, pero me brotó del alma una duda. ¿No será que el cuento del igualitarismo, está siendo sustituido como ideología, con el cuento del fatalismo?

Si lo analizamos bien, en el ambiente (imaginario colectivo) de las últimas décadas, el costarricense en términos generales siente que todo anda mal, pero como todo anda mal, todos andamos mal y eso le hace sentirse en zona de confort. Dicho en otras palabras, existe una categoría analítica que debería llamarse “fatalismo igualitarista”. Veamos algunos ejemplos:

Las calles y carreteras están todas malas, pero por allí pasamos todos.

Antes del Mundial: la Selección de fútbol debería llevarse otro avión para traerse las docenas de goles que les meterían.

En el Mundial: si le ganamos a Holanda, perfectamente podemos lograr el Primer Campeonato Mundial para Costa Rica.

Después del Mundial: Una vez secándose las lágrimas de la emoción, a los días la frase fatalista: “Esa guaba jamás la volveremos a repetir”.

Los partidos políticos son una mierda y todos los políticos son igual de corruptos (entre fatalismo y premonición).

Nery Carvajal: ese negro se jaló una guaba, pero ni en el aeropuerto podría estar a la par de Usain Bolt.

Tiquito Vásquez: hasta un gorrión le mete el primer cañazo y lo tira al suelo.

La Asamblea Legislativa: los/as diputados/as son tan malos/as, que se tienen que hacer amigos para no serrucharse el piso por su intelectualidad y así poder sobrevivir. El mayor escándalo en la Asamblea Legislativa se dio un día de estos, cuando un diputado que estaba profundamente dormido, se cayó de la curul.

La policía: viven en los mismos barrios que los ladrones y se quieren mucho o se tienen miedo.

Los Tribunales de Justicia: por su lentitud, parecen tractores de canfín.

Las putas: en el buen decir de Jacques Sagot, actualmente deberían ser declaradas patrimonio nacional, antes que los edificios. Estos últimos por más bellos que sean desaparecen. Los primeros/as jamás, aunque mueran, vendrán otros/as.

Los empleados municipales: de 10 trabajan dos, pero estos casi siempre, están en vacaciones.

La corrupción: es orgullo nacional y debe pulirse mejor.

La economía: está mal, pero está mal para todo el mundo.

En fin, se podrían señalar mil ejemplos más relacionados con ese “enigma del malestar”, pero en el fondo de todo, insisto, se trata de una expresión colectiva ligada al “fatalismo igualitarista”. Hace tiempo escuché una frase de un ganadero guanacasteco, que hace síntesis de ese fatalismo como nueva ideología, que tuvo la honradez, la sinceridad y el descaro de expresarles una frase a sus empleados, una vez reunidos en el galerón de la finca: estamos mal todos ustedes.

Esa frase anterior insisto, es la frase que desnuda ese “enigma del malestar” o del fatalismo igualitarista”. Es sin lugar a dudas, una nueva ideología, que tiró a la basura, por improcedente y descontextualizada, el igualitarismo social y democrático de Costa Rica.

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