¿Es usted una persona firme o dura? Si es dura, tiene entonces la opción o alternativa de volverse firme. Si ya es una persona firme, entonces, a nuestro juicio, está bien situado.
La firmeza es una virtud; la dureza, un defecto del alma humana o carácter. Ambos son estados guerreros, belicosos. La dureza de carácter esta emparentada con el enojo, la cólera, la impaciencia, que son estados anímicos deplorables. En cambio, la firmeza es tolerante, muy comprensiva, muy paciente. La dureza de carácter es irracional, no inteligente; la firmeza de carácter es racional, inteligente.
En el expresidente Pacheco está la virtud de la firmeza, no el defecto de la dureza. La presidente Laura Chinchilla ha manejado el problema con Nicaragua con mucha firmeza. Cuando habla, lo hace con mucha firmeza y, de paso, deja lucir sus lindos camanances. Las cosas serían diferentes si se pusiera en una posición intransigente, dura. No queremos decir que bajara la guardia: ¡no! Se ha mantenido guerrera, pero con prudencia, inteligencia. Es otra faceta de la firmeza: es sensata, prudente. Gracias a Dios que en Costa Rica lleguen algunas veces personas firmes al ejercicio de la presidencia. Que un candidato sea duro o firme debe pesar para votar por él.
A los niños hay que tratarlos y hablarles con firmeza, no con dureza. Si un niño deja caer un plato, lo usual es que el padre duro lo regañe, lo reprenda. Si el niño vuelve a hacer lo mismo, entonces el padre duro tal vez lo castigue o golpee: el padre pierde la razón, la paciencia, la tolerancia. El padre firme no se enoja, no se encoleriza, aunque el niño deje caer el plato muchas veces. Se le habla al niño con firmeza, comprensión, prudencia; se deben agotar todos los recursos que tengamos a mano para hacerlo entrar en el mundo de la razón o inteligencia. Quizá por ahí se encuentre un padre de familia que siente la conciencia sucia o está arrepentido por ser duro con sus hijos.
Los sabios recomiendan la firmeza, que puede considerarse una virtud o estado anímico selecto del alma humana. La firmeza es una manera sutil de control y dominio sobre sí mismo, sobre impulsos irracionales como el enojo, la ira o cólera, por ejemplo. Recordamos como hecho memorable e insólito la firmeza en el rostro del extenista Iván Lendl, recompensa valiosísima que cosechó después de trabajar mucho en sí mismo. La firmeza a veces es la coronación de muchos años de trabajo sobre la mente. El famoso poema “Desiderata” recomienda el cultivo de la firmeza del espíritu o mente. La firmeza es un tesoro valiosísimo. El cultivo de la firmeza nos puede ayudar a decir no a los vicios, a los malos pensamientos y sentimientos, a la dureza de carácter.
“Yo busco una mujer de cabeza dura, y si encuentro una mujer de cabeza dura seré al fin bendecido”, dice el legendario cantante Cat Stevens en una de sus lindas canciones. Mujer de cabeza dura significa mujer firme en el sentido de una persona con convicciones, principios, ideales fuertes, pero no fanática o cerrada. Stevens utiliza el término dureza en el sentido de firmeza y esto es posible. Nosotros oponemos la dureza a la firmeza.
Dureza en el sentido de una persona intransigente, intolerante, que podría tornarse cruel, injusta, ensañosa. Que podría perder los estribos, salirse del cauce, perder el control. Dureza, tal como la hemos tratado de definir, es un fenómeno muy cercano al autoritarismo, según nuestro punto de vista. Y lo más alarmante que podríamos decir o denunciar es que quizá detrás de la dureza de carácter esta la violencia o, en última instancia, el odio.