Gerardo Martí Roch

Esta es una ocasión en la que se siente la gran necesidad y el deseo de decir algunas cosas, pero es también un momento

Esta es una ocasión en la que se siente la gran necesidad y el deseo de decir algunas cosas, pero es también un momento en el que uno no sabe bien de qué manera decirlas.

Gerardo Martí Roch vino a Costa Rica a fines de la década de 1960. De Valencia, España, escultor y pintor. Un día de 1970, los carajillos de la Ciudad de los Niños, en Aguacaliente de Cartago, lo vimos llegar, o al menos eso es lo que yo recuerdo. Pronto se incorporó a la dinámica de “la Ciudad”, que en ese momento contaba con alrededor de 250 residentes, a cargo de un grupo de 5 sacerdotes de la orden de los Agustinos Recoletos, dirigidos por el P. Salvador García Hernández.

Gerardo se incorporó a colaborar en el taller de ebanistería y se quedó a vivir por un tiempo en “la Ciudad”. De pronto, los carajillos empezamos a ver las cosas que él hacía, a veces con la madera y otras veces con el hierro. Yo estaba en el taller de ebanistería y no me perdía ninguna oportunidad que pudiera tener para acercarme a ver el trabajo que Gerardo hacía. De hecho, de él aprendí un poco a usar las gubias, que se convirtieron en la forma de ganarme la vida durante algunos años de mi juventud. De Gerardo recibí también en ese momento, un ejemplar de Cien años de soledad y otro de Sobre héroes y tumbas.

Algún pequeño grupo de carajillos curiosos que a veces nos reuníamos a conversar con él, nos pudimos enterar de lo que había sido la Guerra Civil Española y de lo que todavía era en ese momento la dictadura de Franco. Siempre se aprendía mucho y era muy agradable arrimarse a participar de la conversación con Gerardo. Él hablaba de su padre que estaba en Valencia y de una hermana que vivía en Alemania y que se había casado con un hombre que lo único que hacía era pasársela todo el tiempo mirando por un telescopio.

Gerardo recibía encargos para hacer trabajos fuera de “la Ciudad” y por algún tiempo yo me convertí en su ayudante. Empezó también a hacer trabajos de talla y escultura para “la Ciudad”. La primera de varias esculturas hechas por él que hoy están en distintos puntos de “la Ciudad”, la vimos aparecer en la pequeña explanada que quedaba entre los pabellones de dormitorios “el Cartago” y “el Guanacaste”. Por esos días también hizo una puerta tallada en madera para la capilla.

Poco tiempo después, Gerardo pasó a dar clases a la Facultad de Bellas Artes de la UCR. Y al poco tiempo también, él dejó de vivir en “la Ciudad”. Se había encontrado una novia en isla Venado del golfo de Nicoya, con quien se casó y se fueron a vivir a Heredia. Desde entonces siempre vivió en Heredia, en Barva, donde hizo su casa y donde nacieron sus hijas e hijos. Luego de un corto tiempo que estuvo dando clases en Bellas Artes de la UCR, Gerardo se fue a trabajar a la Universidad Nacional, de donde se había jubilado hace algunos años. En su casa de Barva montó un taller, de donde salieron innumerables obras de arte, esculturas y pinturas, que hoy están en diversos lugares del país.

En este febrero de 2014, Gerardo Martí Roch se ha ido, se nos ha ido… Jamás dejaré de agradecer a la vida el haber tenido la experiencia extraordinaria y única de conocerlo. Jamás dejaré de agradecer a Gerardo por todo el aprendizaje que recibí de él y por la impronta que dejó en mi vida. ¡Hasta siempre, Muy Querido Amigo Gerardo!

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