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Grafiti decorativo

Si el grafiti proviene de revelar un aspecto de insatisfacción interior, lo mismo que con el desarrollo social de la época se desarrolla

Si el grafiti proviene de revelar un aspecto de insatisfacción interior, lo mismo que con el desarrollo social de la época se desarrolla en contexto de los fenómenos que las personas imprimen a su historia, la esencia de su aparición es la rabia, la rebeldía, el silencio convertido en lenguaje insurrecto que desafía a sus opresores, eso es lo que lo hizo grafiti, el ser contestatario y permanecer en el anónimo, no una moda para complacer solicitudes, sino arriesgar el pellejo, ser la voz y el rostro de los invisibles que la sociedad y el control de poder oficial prefieren mantener oculto.

El grafiti proviene de grabar signos y escribir en un muro, pared o superficie que sirva para desenmascarar a los opresores, en todo caso, a lo que oprime, pero se comenzó a convertir en espacio para ideologías oficiales como aquellas derivadas del marxismo y de una lucha de clases sin derrotero, porque grafiti /ar es el impulso, el verbo creativo del anónimo, arrebatado por las injusticias que sufre, ve, y quiere denunciar para auspiciar el cambio, aunque no sepa cuál es, pero siente que algo está mal y hay que cambiarlo.

El grafiti auténtico encontró en la modernidad una propuesta sin proponérselo, tener una pizarra permanente en los centros urbanos por la concurrencia y poder de difusión que ofrecen, un medio donde colocar su ideario sin estructura lógica institucional, el grito a todo pulmón, la insatisfacción total, expresión de personas sin rostro pero con voz y conciencia de seres humanos que tienen algo que decir y quieren decirlo, razón por la que no importa dónde se plasma su desafuero interior y su visión fraseada de injusticia social, por eso va contra la ley y el ornato público y no pertenece a un gremio de grafiteros asociados, no tiene sindicatos ni beneficios de ley, no se reúne en cafetines burgueses a hacer revoluciones socialistas para beneficiarse del régimen capitalista y acrecentar su abulia y astucia de vividores del régimen al que critican, es un antisocial de su sociedad con específicos grados de lucidez que lanza en signos poderosos, aunque no aspira al poder, por eso los partidos políticos han querido apropiarse de su esencia pero el lector lo rechaza porque no le calza.

El grafitero deja su denuncia y desaparece, lanza su metáfora cultural, y su obra grafiti comienza a vivir su soplo de viento que toca y pasa.

Sin embargo, el sistema social y político también contraataca, al principio y como regla general, persiguiendo a los grafiteros porque ensucian paredes y provocan contaminación visual, pero a su vez, los más astutos administradores ahora los incorporan como un atractivo de la sociedad, ofreciéndoles espacios para que hagan de las suyas, pero con orden, sin pleito, y que se conozcan y reconozcan entre ellos para que cultiven su identidad grafitera, palabra y pictograma. Ahora son pintores de la ciudad y firman sus grafitis. Se los comió la inteligencia del sistema y quienes marcan la cancha con su poder.

Así, el grafiti pasó de ser una fuerza social de llamados a revoluciones por instante, a una panorámica de cuadros corrongos, bien medidos, con pintura fresca, casi que con derechos de autor morales. La Universidad de Costa Rica ofrece un ejemplo de tan bonitas decoraciones en la pared norte de uno de sus viejos edificios llamado “edificio Saprissa”, que desaparecerá en algunos años para dar paso a un centro cultural.

Pero no solo en Costa Rica, sino que se ha vuelto una moda y un atractivo comercial, cultural y turístico, el programar festivales anuales de grafiti en ciudades europeas, donde los municipios les ofrecen a los participantes las paredes o espacios bi-tridimensionales, el material y otras linduras, porque ya lo convirtieron en un negocio lucrativo, con premios y fiesta pagada de las arcas públicas.

Así de inteligentes unos y otros, el grafiti se ha convertido en paisaje de la ciudad, donde el sistema se lo comió como un plato más de variedades insustanciales.

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