Tal es una línea que puede seguirse a lo largo de todo el tratado. Como si se tratara de una divinidad con el don de la ubicuidad, la inversión y los inversionistas -es decir, eufemismos aparte, el capital transnacional estadounidense- aparecen y reaparecen, evidentes o solapados, en cada página y en cada artículo. Por ello este mejor se llamara Tratado de Irrestricta Libertad para los Capitales Transnacionales Estadounidenses.
No hay que darle mucha vuelta al asunto. Con matices, es lo mismo que se acordó en el Tratado de Norteamérica o el firmado por los estadounidenses con Chile. El artículo 10.8 de este TLCEUCA es un claro ejemplo de una cláusula que lo ratifica con notable claridad, al decretar, sin dejar espacio a la duda, la libre y completa movilidad de los capitales financieros…
El devenir de la globalización financiera ha sido lo suficientemente accidentado como para no considerar que esto es un perfecto adefesio, cuya inclusión solo puede explicarse por referencia a los grandes intereses que subyacen a este TLC. A fin de hacer un recuento histórico aproximado, uno tendría que remontarse al menos a los primeros años setenta cuando tras las devaluaciones del dólar y la suspensión de su convertibilidad al oro, se decretó la libre flotación de las divisas fuertes.
De ahí en más los flujos financieros han atravesado millones de veces el planeta en una correntada caótica. A veces alimentan auges especulativos y hacen emerger de la nada, como por generación espontánea, fortunas de ensueño. Tan solo para que, poco después, países enteros se hundan en situaciones de catástrofe económica y social, arrastrados por deudas inmensas, pánicos financieros o el descalabro de mercados de valores y sistemas bancarios.
Tobin creyó, con cierta ingenuidad, que un impuesto podría ser una forma de aliviar esta inestabilidad financiera. Stiglitz, quizá más realista, ha sido contundente en sus juicios acerca de la irracionalidad de este (des) orden financiero global, pero sobre todo es llamativo que Soros -ante todo un especulador financiero- considere que, por esta vía, el capitalismo global camina hacia su propia destrucción. Ya sabemos que nada de esto desvela al gobierno de Pacheco ni a sus negociadores.