Guillermo Acuña. Guillermo Acuña ha muerto. Guillermo Acuña, periodista y amigo, se ha transformado en ángel. Y puedo asegurar lo anterior porque era un hombre justo y un ser humano noble. Sumamente noble.
Lo conocí con Abel (Abelito) en el 2003. Mary Trini y nuestro común amigo, el profesor Francisco Monge, fueron un dúo en nuestra amistad mágica.
De fácil palabra y de amistad leal y firme. De pensamiento libre. Amante de la verdad y del bien común, esto nos unió (une) más. Y todo esto al lado de un equipo de amigos que perdura con los mismos ideales entrañables. Una especie de familia pequeña, pero sincera: Guiller, Frank, Javi, don Edgar y Ronald (el Tigre de papel), y Roberto Guadamuz y don Jorge Web y José Prado y también Castrito. Un equipo humano, más que técnico. A este equipo se sumaba este pobre servidor, siempre en carreras.Recuerdo tantas cosas de él y tantos lugares que juntos los dos recorrimos. Tantas conversaciones y experiencias. Él y yo…, nos había tocado en gran suerte ser los solterones del equipo y, satisfactoriamente, “tener amigos viejitos”, según su decir.
Periodista de vocación, y yo, en alguna ocasión, quise serlo, reportero de guerra, de ciudades y pueblos olvidados, de documentales y páginas y espacios de cultura e información. De alguna forma lo fui con él. “Y con ustedes, el profesor Hernán Mora, profesor y filósofo de la Universidad de Costa Rica”. Guillermo siempre me daba el espacio y un lugar para el mensaje final, en momentos especiales, para los oyentes. Y llegó a ser mi jefe de producción y mi director. Pero, más que nada, fue mi amigo y mi hermano de alma y espíritu.
Recuerdo sus expresiones y consejos, recuerdo sus frases de amistad conmigo: “Ay, Hernán”, “pórtese bien, chico!”, “tío, tío, tío”, “jolín de jolines”… esas pequeñas cosas nos unían más. No hay amistad sin espíritu y sin la felicidad de la sinceridad y la entrega. Hoy Guillermo es un ángel espiritual.
Si antes yo no tenía miedo a morir y amaba ese paso, ahora sé que del otro lado están todos mis jóvenes y ancianos alumnos que se me han “irrespetuosamente adelantado”, y está la madre Leti y mi madre, mis queridas abuelas y mi primera noviecita y la querida Ile y está él…. “mi hermanito de alma”.
¿Qué puedo decir de ti? Que lo hiciste bien, ¡“muy bien muchachito, muy bien! Y es de notar que tú escribiste tu página biográfica y vital con honestidad y progreso espiritual, como un gran hijo, un periodista verdadero y un amigo entrañable. Esto nunca lo podrán decir, con sinceridad, de los que atentan el poder político…. no se podrá decir algo así, y con sinceridad, de esos mismos que un día te amenazaron desde su pedestal del poder.
Paz a ti, amigo de mi alma. Te quiero millones. Seguiremos en contacto. La “Comunión de los santos” es real. Como siempre espero tu llamada… ahora más que nunca. ¡Vale, majo! ¡Joder chico, que tu amistad es un 100!